Capítulo 8

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Salí de la universidad, no pensaba volver con Ethan y Klaus, tenía pensado ir en metro y volver a mi departamento. Nada más salir empecé a andar rápidamente y vi a Klaus estacionado cerca de por dónde tenía que pasar.

—Señorita Brown. ¿A dónde va? —Me preguntó Klaus saliendo del coche al ver qué pasaba de largo.

—Me voy a mi casa en metro.

—¿Cómo que a su casa? ¿No estará pensando en volver a su apartamento, verdad?

—Es justo ahí a donde voy Klaus. Ya estoy harta, de sus normas, de sus castigos... ¡De todo!

—Con que esto lo haces porque te ha castigado, ya decía yo. Bueno, yo que tu no me jugaría que a lo volviera a hacer.

—¡Claro que no, porque no me volverá a ver en su puta vida! —Le dije gritando porque ya estaba bastante lejos.

—Que suerte que tengo toda la eternidad. —Soltó Ethan apareciendo de repente delante de mí.

—¡Mierda Ethan! —Me asusté y frené de golpe.

—¿A dónde se suponía que ibas?

—Yo, yo no...

—No hace falta que me respondas, Klaus me lo ha estado contando todo desde que saliste, te recuerdo que entre demonios podemos hablarnos telepáticamente.

—¿No tenías clase?

—No, he hecho coincidir las horas a las que comienzas y acabas con las mías. Así que no cambies de tema y volvamos a casa. —Dijo para luego extender su mano dando señal de que quería que la cogiera.

—¡No! —Eché a correr, pero tristemente no llegué muy lejos.

Me levantó fácilmente del suelo y me cogió hasta dejarme sobre su hombro. Yo empecé a patalear para bajarme.

—¡Bájame!

—Estate quieta. —De repente me soltó una nalgada que hizo que pegara un pequeño grito.

Llegamos hasta el coche y me dejó en uno de los asientos traseros.

—Gracias Klaus por avisarme. —Le dije Ethan.

—De nada señor.

Ethan subió atrás conmigo y Klaus fue al asiento del conductor. El camino fue bastante tranquilo y silencioso ya que nadie habló. Cuando estábamos entrando a la casa él abrió la boca para hablar.

—Que conste que esto cuenta como intento de huida, tendrás un castigo.

—¡¿Qué?! No por favor, otra vez no.

—Tranquila, este será diferente, pero no será ahora, quiero que descanses un poco.

Al final no me castigó y me dejó tranquila esa tarde. Aunque sabía que ese castigo quedaría pendiente, ya que Ethan no era de esas personas que dejaban pasar las cosas por alto, y el sentimiento de que en algún momento quisiera cobrar ese castigo me ponía nerviosa.

Había pasado ya un mes desde ese día, todos pensaréis que fue una auténtica locura por el tema de los castigos, pero fue todo lo contrario, ya que no incumplí ninguna norma, por lo que no me castigó, ni tampoco se quiso cobrar el del intento de huida.

En repetidas ocasiones él había intentado tocarme o hacer algo, pero simplemente lo cortaba a tiempo y notaba que eso de no tenerme empezaba a estresarle y molestarle. Siempre dormíamos juntos por orden suya, y no es que faltaran habitaciones, la casa estaba llena de ellas. Él aprovechaba el momento cuando estábamos juntos en la cama para intentar algo, pero yo no era tan ingenua.

Yo ya me había acostumbrado bastante a esa vida. En la universidad seguía dándome clase y los descansos los tenía que pasar en su oficina por orden suya. Aunque estas veces no había pasado nada parecido a la última vez.

Descubrí que entre semana solían venir a limpiar la casa unas chicas de la limpieza, las cuales la primera semana de llegar yo no habían estado viniendo por orden de Ethan. Tuve una idea y era pedir ayuda a una de las chicas, con un poco de suerte sentían compasión de mí y me ayudaban a escapar. Pero ese plan se fue a la mierda cuando pronto descubrí que también eran demonios.

Lo bueno de todo esto es que una de las grandes habitaciones la había convertido en un gran estudio solo para mí, este estaba lleno de pinturas, lienzos, maquetas, cuadros, etc. Aunque me costara admitirlo se preocupaba mucho por mis estudios y mi salud, siempre estaba muy atento a lo que me pasaba y no dejaba que nada malo me sucediera. Cuando me ponía mala, lo cual solo había sido un simple catarro una vez, venía un doctor, también demonio como no, a verme y darme el medicamento necesario para mejorar.

Era sábado por la tarde y estaba en mi escritorio acabando las tareas de ese fin de semana, él debía de estar en su estudio haciendo a saber qué.

Estaba concentrada cuando de repente abrió la puerta interrumpiéndome.

—Ya estoy harto.

—¿¡Y ahora qué coño quieres?! ¿No eres capaz de dejarme acabar la tarea de tu propia asignatura? —Y es que sí, estaba haciendo historia del arte.

Yo volví de nuevo mi vista al libro. Pero él lo cerró de golpe delante de mis narices, haciendo que me sobresaltase.

—¡Deja ya el puto libro! —Me dijo mirándome a los ojos.

—¡¿Pero a ti que te pasa?! ¡Déjame en paz joder! —Le solté mientras le daba un empujón.

Él se puso muy enfadado y pude notar como sus ojos se volvían ligeramente rojizos, como aquella vez antes de conocer a su padre, fue la primera vez que lo vi así y no lo había vuelto a hacer.

Ethan me cogió de la cintura y me tiró a la cama, para luego él ponerse encima mío pero sin aplastarme.

—Estoy harto de tenerteaquí y que sigas negándote a acostarte conmigo. Ya me da igual si no quieres,he esperado mucho tiempo, pero tú tampoco pones de tu parte. Soy paciente, pero mi paciencia tiene un límite y no ha sido muy buena idea de tu parte traspasar ese límite Kate.


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Dama del demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora