Capítulo 12

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Yo desvié la mirada incómoda y miré a Ethan, que parecía bastante acostumbrado al comportamiento de su padre.

—Deberíais intentarlo un día, sería placentero para los dos. Dime Ethan, ¿desde cuándo no bebes sangre?

—Desde un poco antes de estar con Katherine.

—Deberías beber, si no tu poder disminuirá y serás más débil. El hijo del rey del infierno debe ser muy poderoso. —Le contestó su padre.

—Beberé cuando lo vea necesario, de momento mis ganas no han sido demasiado fuertes. —Le contestó él.

—Estás mintiendo, tus ganas son más fuertes de lo que quieres admitir, pero te controlas por ella. Hay que solucionar eso, no puedes seguir aguantando las ganas.

—No hagas nada, el restaurante está lleno de gente.

—Tranquilo, yo me encargo de eso.

Con sus poderes hizo que todos se pusieran a mirar hacia otro lado y los camareros se fueron a servir a las mesas más alejadas de nosotros.

—Arreglado, ahora Katherine querida, dame la mano. —Me dijo Satanás.

—No lo hagas. —Le contradijo Ethan.

De golpe no podía controlar mi cuerpo y mi mano se levantó hasta posarse sobre la suya.

—Conmigo es imposible negarse, puedo controlar tu mente Katherine, es una cosa que siempre olvidas. —Agarró con algo de fuerza mi muñeca. —Me gusta tu pulso, tu sangre debe estar deliciosa.

Mi respiración empezó a agitarse y seguía sin poder controlar mi cuerpo. Él llevó mi muñeca a su boca.

—No grites. —Me ordenó.

De golpe sacó dos puntiagudos colmillos y los clavó en mi muñeca para luego empezar a beber mi sangre. Yo tuve que reprimir un grito de dolor.

—¡No, basta! —Gritó Ethan.

Él apartó mi muñeca de su boca y miró fijamente a su hijo con la boca manchada de mi sangre. Los ojos de Ethan se pusieron rojos al ver mi muñeca.

—Bebe, está deliciosa.

—No pienso hacerlo, jamás le haría daño.

—¿Estás seguro? Beber la sangre de la persona que amas es demasiado placentero, incluso a Kate sentirá más placer que dolor, además si no bebes lo haré yo, y ahí sí que va a sufrir.

Yo tenía una mueca de dolor en la cara, y de mis ojos salían algunas pequeñas lágrimas.

—Hazlo, por favor Ethan hazlo, si lo hace él será mucho peor, y ya duele demasiado. —Le supliqué yo.

—Ves Ethan, incluso ella te lo está pidiendo, concédele este deseo.

—Lo siento mucho. —Dijo para luego sacar sus colmillos y clavarlos en mi muñeca absorbiendo mi sangre.

Al principio era doloroso, pero en seguida esa sensación fue remplazada por placer. Pero a la vez que el placer aumentaba notaba como poco a poco estaba más débil. Pero por suerte no tardó en apartarse, dejando ver así su boca llena de sangre y sus ojos recuperando su color verdoso natural.

—¿Estás bien? -Me preguntó preocupado mientras se limpiaba la boca y saboreaba lo que podía.

—Sí, solo me siento un poco débil. —Le dije bastante exhausta limpiando como podía mi muñeca.

—Necesitas beber mi sangre.

—¡¿Qué?! ¡No! —Le contesté. —No es necesario, seguro que me recupero rápido, no es nada.

—Realmente si lo es. Con la sangre que has perdido te encontrarás demasiado débil y la herida tardará mucho en sanar. –Me dijo Satanás con cara de satisfacción.

—Kate, odio admitirlo, pero tiene razón. —Me dijo Ethan.

Notaba como todo empezaba a dar vueltas y mi cabeza dolía demasiado, no tenía otra opción.

—Está bien. —Me rendí.

Ethan volvió a sacar sus colmillos y esta vez mordió su muñeca haciendo que esta sangrara, era raro, su sangre era negra.

—Es normal que sea negra, así es la de los demonios. —Me aclaró la duda su padre.

—Bebe rápido, las heridas de los demonios se curan muy rápido. —Me avisó él.

Yo puse mi boca sobre su herida y bebí su sangre mientras él me acariciaba la cabeza y se dejaba caer en la silla hasta recostar por completo su espalda en el respaldo de esta, cerró los ojos y su respiración empezó a agitarse, estaba disfrutando.

Era una sensación rara, me producía mucho placer y sanaba mis heridas. Su sabor era un tanto extraño, pero no llegaba a ser desagradable, por lo que lo recibí gustosa.

—Ya está... —Me dijo él enderezándose ligeramente en su silla.

Al apartar mi boca su herida se cerró rápidamente. Mi respiración era un lío y mi boca estaba llena de sangre. Su padre nos miraba con una mueca de suficiencia y diversión.

—Pero miraos que monos, con la boca manchada de la sangre del otro. Me recordáis a mí cuando estaba con tu madre, Ethan. —Soltó él. —Kate, ¿tú sabías que compartir sangre con un ser sobrenatural es una cosa muy íntima? Por eso ha sido tan placentera, de hecho para el ser sobrenatural es tan placentero como el sexo. Además Ethan, has recuperado poder y fuerzas.

—Creo que ha sido un error venir. —Soltó Ethan enfadado con su padre. —Vámonos Kate.

Él se levantó y yo copié su gesto. Su padre me miró y cuando pensaba que me iba a obligar aquedarme me sonrió y asintió con la cabeza en señal de que fuera con su hijo.

Salimos del restaurante y entramos en su coche que estaba esperando fuera con Klaus a dentro. Ambos entramos detrás y se formó un silencio un tanto incómodo.

—Kate, siento mucho todo eso de la sangre y la actitud de mi padre. Siento mucho haberte mordido, no lo pude controlar.

—Ha sido mi culpa, yo no pude negarme a tu padre, no podía hacer otra cosa que obedecerle y por eso tuviste que morderme.

—No es tu culpa pequeña, nadie puede negarse a mi padre, ni siquiera yo.

—¿Entonces me mordiste por qué tu padre también te obligó?

—No, te mordí porque si no lo iba a hace él, y con él hubiera sido muchísimo peor, te hubiera hecho daño. ¿Entiendes?

Yo me limité a asentir con la cabeza.

—Tienes sangre en el labio. —Me dijo él en un susurro.

Pero antes de que pudiera quitarla él la limpió con su pulgar y luego lamió su dedo, llevándose con sigo el resto de sangre.

—Ya está. —Me dio una pequeña sonrisa tierna, y algo dentro de mí se movió.


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Dama del demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora