Nos duchamos juntos y mientras yo acababa de secarme el cuerpo y vestirme él se puso a hacer el desayuno. Me vestí con una falda a cuadros negros y blancos, unas botas negras y un top de color blanco de tirantes. Intenté vestirme lo menos abrigada posible ya que tenía demasiada calor.
Al bajar al comedor lo vi a él sirviendo unas tostadas y café en la mesa. Iba vestido con una camisa azul marino con los dos primeros botones desabrochados y unos pantalones de traje gris. Santa mierda, la imagen que me estaba dando ahora mismo de él, con su pelo mojado que caía ligeramente en su frente, su pecho débilmente a la vista y su miembro bastante marcado en sus un poco ajustados pantalones me estaba poniendo demasiado cachonda.
—¿Vas a sentarte a desayunar o vas a seguir rogando con la mirada que te vuelva a follar? —Soltó él mientras se acercaba y me daba un corto pero intenso beso en los labios.
—Creo que mejor me siento. —Respondí mientras me acomodaba en la silla y él hizo lo mismo.
Devoré las tostadas y como tenía bastante sed me bebí el café de un trago. Pero al pasar por mi garganta un sabor raro inundó mi boca y la sensación que había experimentado la noche anterior volvió a mi cuerpo.
—Mierda Ethan ¡Te había dicho que no quería tu estúpida sangre!
—Lo sé, pero la necesitas para poder recuperarte de esta noche, así que ahora nos vamos a ir a clase sin quejas o si no te castigaré en mi oficina. —Soltó él mientras se levantaba y recogía la mesa. —¿Entendido? Mucho tengo que resistir viéndote así, enseñándolo todo solo haces que me entren más ganas de estamparte contra la pared y follarte tan duro que no puedas caminar en una semana. —Me dijo esta vez a escasos centímetros de la cara.
Yo asentí con mi cabeza, aunque mi mente intentaba permanecer seria ante su amenaza, mi cuerpo solo se había excitado más con esas palabras.
Nos fuimos en coche a la universidad, pero hoy al contrario de otros días, habíamos ido sin Klaus, ya que a Ethan le apetecía conducir hoy.
Al llegar a la universidad cada uno se fue su clase, ya que nos tocaban asignaturas diferentes.
Ya habían pasado dos horas desde que había llegado, era cambio de asignatura y solo me quedaba una hora para el descanso.
Ahora mismo me encontraba fatal, a pesar de que Ethan me había hecho beber su sangre estaba sudando mucho y me dolía demasiado la entrepierna. Me encontraba tan absorta en mi malestar que no me di cuenta cuando el profesor entró al aula y dijo que abriéramos el libro por la página 69.
Al levantar la cabeza del libro topé de lleno con esos penetrantes ojos verdes que me observaban con una mueca de satisfacción por verme en ese estado.
—Veo que no lo estás pasando demasiado bien, después de clase lo resolveremos en mi oficina, no te preocupes, te daré tanto placer que se te olvidará lo mal que lo estás pasando ahora. —Me dijo él telepáticamente.
Y es que era verdad, si ya de por si el sexo con Ethan era tan placentero, con el celo se había vuelto una de mis cosas favoritas, y de solo imaginármelo follándome duro en su oficina me excitó hasta tal punto que inconscientemente solté un pequeño gemido, que por suerte solo él pareció escuchar ya que los demonios tenían un oído muy delicado.
Ante este gesto él levantó una ceja divertido.
—Guarda tus hermosos gemidos para cuando estemos follando, cariño.
Después de esto estuvo explicando el trabajo de investigación que tendríamos que entregar dentro de dos semanas, y yo a duras penas escribía lo que decía sobre el trabajo en mi libreta.
—Señorita Brown ¿Se encuentra bien? La veo un poco mal físicamente. -Me preguntó de repente Ethan en voz alta delante de toda la clase.
¿Enserio se estaba cachondeando de mi en medio de la clase cuando él había sido el causante de mi mal estado? Que hijo de puta estaba siendo, y como no, le iba a contestar con algo que no se esperaba.
—Sí, es solo que no he dormido muy bien esta noche señor Harks. —Y cuando él iba a decir algo volví a hablar. —Es que resulta que una persona me mantiene despierta por las noches y no me deja descansar, me dice que debo descansar pero luego se pasa toda la noche haciéndome de todo.
Su boca se abrió ligeramente y se acomodó sus pantalones. Al bajar la mirada pude observar que como imaginaba había un gran bulto en sus pantalones, estaba duro. Se había excitado solo son unas simples palabras, me sentía orgullosa de mi misma.
—¿Me está queriendo decir algo Brown? No me interesa lo más mínimo su vida privada, ni lo que hace por las noches con su pareja, así que concéntrese en el trabajo y como aviso para todos, quiero que todos estéis al cien por cien en mi asignatura y no me valen excusas de pacotilla.
—Y tu pequeña, más vale que no sigas con este juego, porque ya te has ganado otro castigo.
Mis ojos se abrieron como platos, no creía que me daría otro castigo por esa simple contestación, aunque pensándolo bien, deseaba mucho ese castigo.
—Así que señorita Brown, si se encuentra muy mal puede irse a casa, pero le recomiendo que aguante, ya queda poca clase y lo que tengo que decir ahora va sobre el trabajo y es interesante que lo sepa para sacar una buena calificación.
—Puedo aguantar. —Le contesté de mala gana, sabiendo que por muchas ganas que tuviera de irme a casa él no me dejaría.
—Por suerte al poco tiempo la clase finalizó, recogí mis cosas y salí del aula sin esperar a Ethan, al contrario que usualmente hacía cada vez que nos tocaba juntos en clase.
Acordaos de votar si os gusta por favor, me ayudáis mucho para seguir escribiendo.
ESTÁS LEYENDO
Dama del demonio.
RomanceKatherine Brown es una chica de 20 años que estudia Bellas Artes en Nueva York. Tras sufrir la muerte de sus padres en un accidente de tráfico ella está dispuesta comenzar una nueva vida sola y centrarse en los estudios, Pero todo se quedará en un i...