Capítulo 21

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En la recepción se encontraba una chica unos pocos años mayor que yo, su pelo castaño y ondulado estaba recogido en una alta coleta dejando caer sus largos mechones por su espalda. Era bastante atractiva la verdad, su tez blanca se adornaba con ligeras pecas y eso hizo que mi atención se centrara en ella más de lo normal.

Me giré hacia Ethan ya que me había quedado embobada viéndola. Él me echó una mirada seria y llena de confusión por mi extraña actitud.

La chica del mostrador me sonrió y al instante el demonio posesivo a mi lado agarró mi cintura haciendo que yo rodara los ojos. Un poco de color subió a mi cara y no sabía si era por la actitud de Ethan o por el gesto de la chica, quizá por ambas cosas.

Avanzamos hacia ella y le comentamos a que habíamos venido.

—Perfecto, pues de hecho llegó hace unos días una camada que se habían encontrado abandonada cerca de la carretera. Había machos y hembras y al ser cachorros la gente los adoptó rápidamente.

Mientras ella hablaba nosotros la seguíamos hacia la zona de las jaulas donde se hallaban los animales. En poco tiempo llegamos a la sección de los gatos.

—Todos fueron adoptados menos ella, su camada era toda blanca o negra menos esta pequeña, no la quieren por la pequeña mancha en su orejita. Cosa que no entiendo, ya que vienen a adoptar, esto no es una tienda con doscientos modelos de gatos distintos en la que tienes que pagar por el que más te guste. —la verdad es que la chica sonaba bastante enfadada con el tema, en el cual estaba de acuerdo.

Una diminuta gatita se encontraba mirándonos con unos grandes ojos verdes, su pelaje era de color gris con una mancha de color negro que cubría por completa su oreja izquierda.  

—Es preciosa, no entiendo como nadie la quiere. —me quedé encariñada viéndola fijamente mientras ella imitaba mi gesto.

Giré mi cabeza para mirar a Ethan enternecida por el pequeño animal.

—Ethan ¿Nos la podemos llevar, por favor? —dije haciendo un pequeño puchero.

—Me parece bien cariño, yo creo que será una buena Harks. —Soltó él mientras le sonreía a la mascota.

La gata abrió un poco la boca dejando ver sus pequeños colmillos afilados. Un sentimiento de ternura inundó mi pecho al verla.

Estuvimos un rato rellenando los papeles de adopción y las vacunas del animal. Finalmente pagamos lo que correspondía a algunos mantenimientos previos del animal, metimos a la gatita en un trasportín que habíamos traído y nos subimos los tres al coche. 

Dama del demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora