Capítulo 10

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Sinceramente lo estuvimos haciendo toda la noche. Solo parábamos unos segundos para descansar un poco.

Lo hicimos de muchísimas formas, y cada una de ellas era más placentera que la anterior. Al final nos quedamos dormidos allá de las seis de la mañana. Acabamos más que exhaustos y agotados. Menos mal que era domingo y teníamos todo el día para dormir, aunque a él no le hiciera falta por ser un demonio.

Estaba tumbada en la cama boca abajo, con la cabeza hacia un lado. Estaba totalmente desnuda, solo tapada por una fina sábana. A mi lado se encontraba él, tapado hasta la cintura y trazando dibujos imaginarios con su dedo en mi espalda. Ambos estábamos despiertos, pero ninguno quería moverse de la cama.

—Creo que me voy a levantar. —Le dije mirándolo.

—¿Por? Estamos muy bien aquí, no te levantes. —Dijo para luego formar un pequeño puchero.

—Son las doce del mediodía y muero de hambre.

—Me puedes comer a mí. —Soltó con una sonrisa pícara.

—Hambre de comida guapo. —Le corregí yo.

—Mi semen te puede servir como comida. ¿Quieres probar?

—No, prefiero comer comida sólida.

Él me miró pícaramente mientras levantaba las cejas.

—Mal pensado. —Le di un pequeño empujón.

—Vale, vamos a desayunar, pero te llevo yo.

Él se levantó, se puso su bóxer, me enrolló con la sábana y me cogió en brazos.

—Ya podemos ir a desayunar mi amor. —Dijo para luego darme un apasionado beso.

Bajamos las escaleras entre besos y risas, al bajar juntamos nuestros labios desesperadamente, comenzando un beso algo rudo.

—Veo que os lo habéis pasado muy bien esta noche. Ya no huele a virgen, ahora apesta a ti, Ethan.

Mierda, esa voz otra vez. Nos separamos rápidamente y miramos al dueño de esas palabras.

—Padre, no te esperaba hoy.

–Ya veo, yo tampoco esperaba veros así. Pensaba que se negaría más. Aunque yo no hubiera aguantado tanto tiempo sin tomarla, es tan delicada y hermosa... Me agrada.

Ethan pareció alegrarse al oír a su padre decir que le agradaba, me daba la impresión de que le importaba mucho su opinión.

—¿Quieres quedarte a desayunar, padre?

—No, tengo cosas que hacer, solo he venido porque quería invitaros a los dos a venir a cenar conmigo esta noche a un buen restaurante que conozco. Me apetece cenar con mi hijo y conocerte un poco más Katherine.

—Claro. ¿A qué hora?

—A las ocho vendré a por vosotros, trajes elegantes. Chao parejita. —Dijo para luego desaparecer como la anterior vez.

—Adiós... —Respondí yo es un pequeño susurro.

—Bueno, como ya has oído, a la noche toca cena lujosa con mi padre, mi amor.

—Qué momento más incómodo voy a pasar con él.

—Pero si te ama.

—No estoy muy segura de eso, me mira raro.

—Es la mirada del mismísimo Satanás. ¿Cómo quieres que te mire?

—No sé, no me inspira confianza.

—Bueno, lo único que sé es que le agradas, así que no te preocupes.

—Está bien.

Fuimos a la cocina para desayunar y antes de que pudiera coger algo para comer él me cogió de la cintura y me sentó encima de la isla de la cocina.

—Quietecita aquí, voy a ser yo quien va a cocinar.

—Okey.

—Ya que no quieres comerme a mí. ¿Qué te apetece desayunar?

—Tortitas. —Dije con voz de niña pequeña.

—Suena bien mi amor, te voy a hacer tantas que no te los podrás acabar en una semana.

A mí se me escapó una risita por su comentario, y es que en verdad no me dejaba pasar hambre, siempre me servía más comida.

—Al final voy a engordar demasiado con toda la comida que me das.

–Eso es mentira, pero mira que delgadita estás.

—Eso es porque me gusta mucho hacer ejercicio. Me gusta verme así, cuando era más pequeña estaba más gordita y muchos compañeros de clase se burlaban de mí. Pero cuando llegué a la adolescencia me propuse adelgazar para no tener que seguir aguantando esos comentarios. –Dije un poco apenada recordando mi niñez.

—Eres perfecta tal y como eres pequeña, eso nunca va cambiar. —Se acercó y cogiéndome de las mejillas tiernamente me besó. —Recuérdalo siempre. —Dijo a escasos centímetros de mi cara.

Después de eso se puso a hacer el desayuno mientras yo lo miraba, y es que aunque momentos como este me parecieran tiernos, mi actitud era totalmente una farsa.

¡¿Cómo podría enamorarme de un demonio que me tiene secuestrada con solo una noche de sexo?! ¡¿Estamos locos o qué?! Y es que en realidad tenía un plan, y Satanás me acababa de dar una gran idea.

Mientras él estaba cenando con su padre, yo con la escusa de ir al baño escaparía. Había que intentarlo al menos, no podía quedarme allí retenida de brazos cruzados.

—Ya está el desayuno, hermosa.

—Que bien. —Le contesté con una falsa sonrisa.

Estuvimos comiendo tranquilamente mientras yo pensaba en mi plan. La mañana pasó bastante tranquila, él no se separaba de mí, pero yo trataba de esquivarlo lo máximo posible pero sin ser tan obvia.

Llegó las siete de la noche y él me entregó un vestido muy bonito, de color rojo, corto y bastante apretado que resaltaba mis curvas.

—Toma, quiero que te pongas esto. —Me dijo dándome una cajita.

La abrí y dentro de ella había un par de pendientes y un collar a juego. Todo estaba decorado perfectamente con diamantes brillantes y hermosos.

—Gracias, son precioso. —Contesté asombrada por el regalo.

—Ahora son todo tuyos, para siempre, me gustaría que te los pusieras en las cenas y actos importantes.

Yo asentí y él me los puso. Su padre no tardó en llegar y los tres fuimos en el coche de Ethan conducido por Klaus hasta el restaurante. Al llegar, Satanás habló con el chico detrás del mostrador y nos llevó a nuestra mesa.

El restaurante estaba bastante lleno de gente, pero estábamos separadas unas mesas de otras, otorgando más intimidad a los clientes. Satanás ya había ordenado la comida antes de llegar y no tardaron en servirla.

Yo estaba sentada al lado de Ethan, con su padredelante. De repente los dos se giraron para mirar hacia la puerta, por ellaacababa de entrar una chica de pelo castaño de unos dieciocho años, acompañada por losque aparentemente eran sus padres.


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Dama del demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora