Capítulo 12: Amigo de la infancia

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Bakugo conducía con calma por la gran avenida de regreso a la casa. La luz del semáforo se puso en ámbar, por lo que levantó el pie del acelerador y comenzó a frenar. Completamente detenido, se dignó a mirar al asiento del copiloto. Shoto seguía allí sentado, con la frente apoyada sobre la ventanilla y su brazo dentro del cabestrillo. No había apartado la mirada ni una vez desde que habían mantenido la última tensa conversación.

Ese chico le había propuesto ser guardaespaldas de su hija, pero sinceramente, Bakugo tenía demasiadas dudas al respecto. No era lo mismo ser guardaespaldas de adultos que de niños y adolescentes, para algo así, tenían que tener más mano y la vigilancia se dificultaba, sobre todo si eran adolescentes.

— Conozco... a alguien – susurró finalmente Bakugo intentando que Shoto olvidase el tema de la mentira.

Evidentemente, le llamaba la atención que Shoto le hubiera mentido con el tema de sus sentimientos, pero tratar de seguir indagando en ello sólo conseguiría distanciar más a ese chico, por tanto, Bakugo cambió de tema, pero algún día... investigaría el motivo por el que Shoto rompió con él cuando ahora se daba cuenta de que él aún parecía tener ciertos sentimientos escondidos.

Shoto giró el rostro enseguida al escuchar las palabras de Bakugo. Estaba claro que hablaba del tema del guardaespaldas para su hija.

— No me mires así, ya te he dicho que no se me dan bien los niños y no he trabajado con ellos. Es mucho más complicado y hay que tener más tacto para protegerles a ellos. Yo soy como un martillo que arrolla con todo, pero el amigo del que te hablo es como un cúter: preciso y limpio. Creo que sería un buen candidato para la protección de tu hija. Es sutil, no llamará la atención y ha trabajado en la seguridad de niños.

— Tu amigo... ¿es de confianza?

— Era médico militar. Tiene formación tanto médica como militar. Estuvo destinado en Afganistán durante unos años, pero al volver a casa, tuvo ciertos problemas. Dejó la base y empezó de cero trabajando como guardaespaldas. Sé que trabaja sobre todo con niños. Él me pasó contactos cuando me lesioné y tuve que dejar el cuerpo de policía de élite. Podría preguntarle si está ocupado en algún trabajo. Si está libre, quizá pueda presentártelo. No puedo garantizar que acepte, pero... es lo mejor que se me ocurre para mantener a tu hija protegida.

— Me interesa – susurró Shoto –. Gracias, Bakugo.

— Ya. No me agradezcas aún. Todavía no ha aceptado.

El semáforo se puso en verde y Bakugo se puso en marcha nuevamente. Condujo despacio y se detuvo frente a la garita de seguridad de acceso a la casa. Mostró su identificación y los vigilantes le permitieron el paso. Condujo hasta la entrada y detuvo el vehículo para que Shoto pudiera bajar.

Todoroki llevó la mano a la manivela, pero al ver que Bakugo no bajaba, sino que sacaba el teléfono móvil de su bolsillo y buscaba en su lista de contactos, se esperó. Bakugo pulsó el botón de llamar.

— Ey, tengo que hablarte de un posible trabajo. ¿Podemos vernos?

Shoto sonrió. Bakugo no era nada sociable y ni siquiera le había saludado ni preguntado cómo estaba, había ido directo al grano, tal y como era él. ¡Nunca cambiaría!

— Sí, sé dónde es, nerd – susurró Bakugo al haber entendido el lugar de encuentro –. Allí estaré.

***

Una sonrisa se dibujó en su rostro antes de tomar la taza de café entre sus dedos y llevarla a sus labios. Izuku dio un largo sorbo mientras pensaba una respuesta para su amigo de la infancia.

— Ese trabajo... es de veinticuatro horas, ¿no? – preguntó Izuku.

— Sí. ¿Tienes algún problema con ello?

Yakuza (Boku no hero: Shoto-Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora