Bakugo seguía igual de temperamental que siempre, o tal vez, había reducido un poco su agresividad. La silla seguía en pie y el acontecimiento quedó simplemente, en un estruendo cuando su bota militar golpeó la pata metálica y desplazó la silla unos centímetros.
Ver que su actitud era similar a cuando iban al instituto, calmó un poco las incertidumbres de Shoto. Los guardias al otro lado de la puerta seguían mirando al interior de la habitación a través del cristal, sin perder de vista a Bakugo moviéndose con impaciencia de la puerta cerrada de la habitación a la ventana del otro extremo que daba a la calle y regresar. No dejaba de recorrer la línea recta como si pensase en alguna solución. De golpe, se detuvo.
— Si te llevo a ese entierro, tienes que respetar todas mis normas – habló finalmente. Conocía lo suficiente a Shoto como para saber que era demasiado terco y que intentaría salirse con la suya, pero ahora, su vida estaba en juego. Todavía recordaba que si le ofrecía algo que él quería, solía aceptar acatar ciertas reglas.
— Haré lo que quieras mientras pueda asistir.
¡Ahí estaba! Aceptaba con tal de confirmar su asistencia al dichoso entierro. Sin embargo, eso no disminuía la presión que Bakugo sentía ante el hecho, de tener que llevar a su cliente a una zona que no controlaba. Más, estando herido de gravedad como estaba.
— ¡Joder!
La queja por parte de Bakugo le hizo intuir a Shoto que no estaba nada contento con esa decisión, pero ambos sabían que era lo único que podía hacer dadas las circunstancias.
Bakugo se giró y su cuerpo se inclinó ligeramente sobre las barras que había a los pies de la cama para mirar directamente a Shoto. Las vendas eran visibles rodeando su pecho y agarrando el hombro. Se podía ver claramente cuando el kimono blanco se habría ligeramente, sobre todo, porque el brazo no estaba metido en la manga. En cabestrillo, cerca de su pecho, parte del brazo y su mano sobresalían por la solapa ligeramente abierta de la prenda.
— No deberías ni moverte del hospital al menos en un par de semanas. ¿Qué no entiendes de que tienes dos balazos? – preguntó Bakugo.
— Voy a pedir el alta voluntaria y haré reposo absoluto en casa las próximas semanas. Tengo enfermeras que vendrán a casa a revisarme todos los días, te lo prometo.
— ¿Piensas ir al cementerio en silla de ruedas? Mírate, un hombro herido y un par de costillas fracturadas. No sé... ¿Irás medio drogado? Porque necesitarás muchos calmantes para aguantar el dolor durante las horas que estés allí.
— Bakugo, ya te he dicho, que haré lo que quieras. ¿Qué quieres que haga? Tengo que estar allí, sea como sea.
— Para empezar, quiero que hoy descanses y mañana por la mañana iremos a tu casa para que te cambies de ropa e ir al entierro. Hablaré con las enfermeras para explicarles la situación a ver si pueden ponerte para mañana algo de anestésico local para evitar el dolor de las costillas al menos durante unas horas. Voy a llamar a un antiguo compañero y tratar de conseguir los putos planos del cementerio para asegurar la zona lo mejor posible. Y otra cosa... no pienso ponerme un traje.
Shoto sonrió ante aquello. Jamás vio a Bakugo en traje y aunque en su juventud consiguió que cediera en muchas cosas, ponerse un traje no fue una de ellas. Tampoco es que le hiciera falta que todos sus guardaespaldas vistieran un traje aunque era mucho más presentable. Aun así, no pensaba rebatirle algo semejante a Bakugo cuando estaba dispuesto a llevarle al cementerio.
— Bakugo... gracias – susurró aunque Bakugo chasqueó los labios en señal de frustración. ¿Por qué no podía evitar tratar de hacer feliz y cumplir los deseos de ese chico? –. Por cierto, no me importa lo del traje, puedes ir como prefieras, pero que sea de negro, por favor. Además, hay velatorio antes del funeral. Empieza por la mañana. El entierro es por la tarde.
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Yakuza (Boku no hero: Shoto-Bakugo)
FanfictionBakugo ha sido contratado como guardaespaldas de una de las familias que profesaron fidelidad absoluta a los Yakuza. Su trabajo, proteger a toda costa al hijo pequeño, el que durante el instituto, fue su novio y del que nunca conoció su origen. Arti...