Capítulo 36: La fiesta

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Un año después:

Abrir los ojos a su lado seguía resultándole lo más especial del mundo. Había pasado un año y medio desde que descubrió los orígenes de ese chico y, sobre todo, desde que descubrió que jamás podrían estar juntos. Aquel año entendió el motivo del sufrimiento de Shoto, el motivo por el que rompió con él de la forma en que lo hizo y ahora, allí estaban teniendo una nueva y única oportunidad.

Por suerte, él no se había visto envuelto en los negocios de la familia, pero aunque la gente de los alrededores parecían conocer sus orígenes, la población no les tenía miedo, sino respeto. La familia Todoroki era una familia demasiado diferente a otras ramas de la yakuza.

Bakugo siempre escuchó decir que había bandas que se dedicaban al crimen y a los negocios más turbios eran lo peor para la sociedad, sin embargo, también escuchó de otras ramas que, pese a que hacían algunas cosas no demasiado legales, no eran tan turbias y, sobre todo, en situaciones de crisis para el país, hasta ayudaban a la gente. Los Todoroki siempre miraban por el barrio, ayudando a las familias de los alrededores y reformando el barrio para que todos fueran felices. Aportaban mucho dinero a los templos y a las fiestas locales. Eran muy respetados porque no hacían mal a la sociedad y eso lo había visto de primera mano viviendo con Shoto y su hija.

Bakugo sonrió al ver a Shoto dormir desnudo a su lado. Ese chico siempre llegaba todas las noches a casa para cenar, puntual como un reloj y era él quien, a veces, tenía que cenar a toda prisa para irse a cubrir el turno de noche por su trabajo en la policía de élite. Aun así, se habían arreglado bastante bien para pasar el mayor tiempo posible juntos. Disfrutaba cada instante a su lado.

Hoy, Bakugo tenía el día libre aunque Shoto nunca tenía unas merecidas vacaciones. Él siempre estaba liado con algún problema informático que necesitase su atención. Su familia sabía de sobra lo bueno que era en esos temas y él siempre estaba liado con algo, pese a ello, sacaba tiempo para su familia, para jugar con su hija, ayudarle con los deberes y, sobre todo, para estar también con él cuando salía de su trabajo.

Ese año había sido, sin duda alguna, el más feliz para Bakugo, tanto que hoy que daban fin a las fiestas del Obón de Julio, Bakugo quería finalmente pedirle matrimonio a Shoto. Ya había comprado el anillo y le había costado lo suyo esconderlo durante todo este tiempo para evitar que Shoto, que trabajaba desde casa, pudiera descubrirlo por accidente.

Viendo a Shoto dormir, Bakugo pasó su mano sobre el flequillo de su chico para apartarle un poco los mechones de cabello. Shoto abrió los ojos en cuanto sintió el leve contacto y tras unos segundos donde miró a su alrededor para saber dónde se encontraba, sonrió al ver a Bakugo a su lado.

‒ Vaya... buenos días – sonrió.

‒ Buenos días, dormilón – sonrió Bakugo.

La fiesta del Obón de Julio era una celebración religiosa para honrar a los difuntos, pero también, era una ocasión para la interacción social de la comunidad. Hoy era el último día que Bakugo tenía de esas fiestas para pedirle matrimonio pero quería hacerlo tras el Tōrō nagashi, la celebración que se realizaba siempre la última noche y consistía en hacer flotar farolillos de papel por el río. Así despedían a sus antepasados y guiaban a los fallecidos hacia el otro mundo. Para Bakugo era el momento idóneo para pedirle matrimonio, algo finalizaba y algo iniciaba, su nueva vida.

Llevaba todo el año pensando en el momento adecuado y finalmente, decidió que ese era el día en el que él quería pedirle matrimonio, frente a sus antepasados del más allá.

‒ Me gustan las vistas – susurró Shoto – así no creo que pueda salir de la cama.

Bakugo sonrió sabiendo que se refería a que él también estaba desnudo. Aquella noche habían tenido sexo, como casi todas cuando no venía él de servicio hecho polvo.

Yakuza (Boku no hero: Shoto-Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora