Capítulo 2: Testimonio

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La mirada de Bakugo sobre él, provocaba que miles de sentimientos se agolpasen en su estómago. Sus ojos, de extraña tonalidad rojiza, resultaban agresivos para la mayoría de las personas, pero a Shoto, le fascinaban. Su carácter, difícil de manejar para muchos, imponía respeto casi al instante en algunos y miedo en otros. A Shoto, en cambio, le atraía como si de un imán se tratase. La verdad era, que jamás pudo olvidarle. Tenerle nuevamente enfrente no ayudaba a calmar sus ansías por hablar con él, por preguntarle sobre su vida, por abrazarle... pero no podía. Simplemente era imposible realizar una acción semejante.

Bakugo parecía esperar a que Shoto iniciase a contar sus rutinas.

— En casa se desayuna a las siete de la mañana en familia, excepto los fines de semana que lo hacemos a las ocho. El servicio prepara los desayunos.

— ¿Qué desayunas?

— ¿Es importante? – preguntó Shoto al no parecerle algo relevante para su protección. La dura mirada de Bakugo le hizo resoplar ante el cansancio. ¡Le habían disparado y sólo quería descansar! Lo último que deseaba era ponerse a discutir con Bakugo. Él era agotador cuando se enfadaba –. Depende del menú escolar, creo. Mi mujer se ocupa... – un intenso dolor en su pecho le hizo detenerse tras decir esa palabra y asimilarla – se ocupaba de esos temas y de hablar con el servicio.

Por el rostro de incertidumbre que se le quedó a Bakugo, Shoto entendió que no debía estar familiarizado con temas escolares. Tampoco era que él entendiera demasiado, siempre era su esposa la que manejaba los asuntos de la niña y la acercaba a la escuela infantil.

— Hablaré con el servicio – susurró Bakugo antes de resoplar, negar ligeramente con la cabeza y apuntarlo en su cuaderno. No parecía nada conforme con la respuesta, pero era lo más exacto que Shoto podía decirle sobre el tema –. ¿Alguna vez desayunas fuera?

— Por lo general no, siempre lo hago con... – la pausa hizo que Bakugo alzase la mirada de su libreta y le observase. Shoto se había quedado demasiado serio y miraba su mano sana apoyada sobre la sábana blanca que cubría sus piernas –. Desayunaba en familia. Supongo que a partir de ahora estaremos sólo mi hija y yo.

Bakugo era incapaz de negar el dolor en su pecho al ver a Shoto en ese estado, pero también era plenamente consciente, de que conseguir que él hablase de su dolor sería una misión imposible. Shoto siempre fue reservado y trataba de aparentar serenidad ante los problemas.

— Necesito la lista de locales que suelas frecuentar – intentó Bakugo fingir que no veía el dolor de su compañero.

— Te haré una lista completa. Generalmente frecuento lugares de trabajo o algún restaurante en caso de reuniones importantes. Suelo pasar más tiempo en casa. Sobre todo desde que nació Katsumi.

— Todoroki...

Shoto entornó los ojos ligeramente al escuchar su apellido. Intentó recordar la primera vez que Bakugo se refirió a él por el apellido y no por su nombre o algún apodo. ¡No podía recordarlo! En el instituto, Bakugo era como un maldito huracán, decía lo que pensaba sin tapujos y ponía motes a todos. Aún recordaba cómo le llamaba "mitad-mitad" por su cabello y ojos de diferente color. Y cuando empezaron a salir, siempre se refirió a él como Shoto.

— ¿Desde cuándo soy Todoroki para ti? – preguntó Shoto con incredulidad – creí que teníamos confianza para tutearnos.

— Sí, en el instituto, ahora estoy trabajando y eres mi cliente. ¿Podrías contarme lo sucedido en el atentado?

Ambos fueron testigos de la tensión del momento. Todos los músculos de Shoto parecieron temblar durante unos segundos y su mirada se perdió en un punto recóndito de la sábana. La mano que anteriormente observó, pasó a agarrar con fuerza la sábana en señal de frustración, ira e impotencia.

Yakuza (Boku no hero: Shoto-Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora