Seis meses después:
Haciendo sus ejercicios diarios en el gimnasio de la base, Bakugo observó a Izuku a su lado haciendo press banca mientras él hacía dominadas. Con esfuerzo, subía hasta la barra, la tocaba con la barbilla y volvía a bajar para repetir el ejercicio.
Llevaban apenas un mes operativos al cien por cien con su equipo. Uno de sus antiguos compañeros había sido designado a la ciudad de Hokkaido tras solicitar un puesto allí para estar más cerca de su familia, así que cuando Izuku aprobó el examen, tenía una plaza en su equipo.
De Shoto no había vuelto a saber nada en esos seis meses, pero no saber de él no quería decir que no pensase una y otra vez en ese chico y en lo que estaría viviendo, en su infierno personal en esa casa. De adolescente, tras su ruptura, lo único en lo que podía pensar era en lo desgraciado que fue Shoto y ahora... sabiendo toda la verdad sobre su familia, habiendo estado a punto de morir a manos de ellos, se compadecía de lo que Shoto tenía que vivir día a día. Una vida de la que no podía escapar.
¿Seguía queriendo estar con él? ¡Sí! Claro que sí y por eso, todos los días intentaba pensar alguna forma de poder volver a su vida, sin dar con una respuesta. Seis meses era mucho tiempo y pese a ello, estaba convencido de que Shoto tampoco le había olvidado.
— Chicos, tenemos un caso. Vamos a la sala de reuniones – informó Mirio a todo su escuadrón.
Eso era raro. Ellos, como cuerpo de élite, solían ser llamados de emergencia, por lo que normalmente, ya vestidos como estaban, agarraban las bolsas con las armas y salían a todo correr a los vehículos para entrar en acción. Reunión significaba sólo una cosa: una redada, lo cual venía implícito que entrarían como fuerza de choque delante en una operación de la policía.
Bakugo miró a Izuku algo desconcertado. Él no había presenciado ninguna redada. Ese mes habían acudido a llamadas de emergencia por captura de rehenes y ellos habían sido la fuerza de choque para la liberación.
— ¿Reunión? – preguntó Izuku algo desconcertado –. ¿Desde cuándo hacemos reuniones para una operación?
— Desde que no es una emergencia – aclaró Bakugo.
— Pero... ¿No respondemos siempre emergencias? – preguntó Izuku de nuevo.
— Normalmente, el 90% de los casos sí, pero esto tiene pinta de ser una redada. Los policías de patrulla, o los de operaciones encubiertas, drogas, o armas y bandas nos piden ayuda a veces cuando hay que entrar en zona conflictiva, como la casa de un narcotraficante o algo así. Esas operaciones se estudian, se evalúan y se decide el momento oportuno para entrar. Supongo que de eso va la reunión. Será una redada.
Izuku se levantó del banco y secándose el sudor con una toalla, tomó su equipo de uno de los rincones, viendo cómo Bakugo bajaba también y se dirigía, al igual que él, hacia su equipo. Ambos se pusieron los chalecos antibalas, los cinturones y las pistolas.
— Vamos, no lleguemos tarde – dijo Bakugo ya encaminado hacia la puerta.
Izuku terminaba de enfundar su arma reglamentaria para seguirle con paso rápido hacia la sala de reuniones junto al resto de su equipo.
¡Situaciones extremas! Eso era lo que ellos resolvían como equipo de asalto. Eran el grupo táctico más potente y mejor entrenado de la policía. Ellos acudían a los casos de mayor presión y su único objetivo era uno: salvar la vida de los civiles involucrados en el acto criminal que se estuviera desenvolviendo.
***
¡Un cargamento de armas! Eso era lo que tenían que frenar y era muy diferente a lo que normalmente acostumbraban a hacer, pero, en esta ocasión, sabiendo que el cargamento se entregaría en una zona urbana donde la vida de civiles podía estar en peligro, les habían llamado para minimizar riesgos.
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Yakuza (Boku no hero: Shoto-Bakugo)
FanfictionBakugo ha sido contratado como guardaespaldas de una de las familias que profesaron fidelidad absoluta a los Yakuza. Su trabajo, proteger a toda costa al hijo pequeño, el que durante el instituto, fue su novio y del que nunca conoció su origen. Arti...