Las lágrimas todavía brotaban de sus ojos y aunque él no quería llorar, el dolor insoportable de sus costillas le hacía derramarlas. Odiaba verse débil y más frente a Bakugo. En el instituto rara vez lloró, pero la realidad era que, en esas pocas veces, acababa siendo pillado por Bakugo. Ese chico parecía tener un imán de sus lágrimas porque siempre le pillaba cuando lloraba.
Sentir el suave tacto de las manos de Bakugo sobre sus mejillas era la mejor sensación de todas. La calidez que emanaba de ellas le reconfortaba. En cada uno de sus besos, casi podía sentir que todo saldría bien pese a que la situación parecía todo lo contrario. Quería creer en él, en sus palabras, en la posibilidad de poder estar juntos toda la vida pero... le era demasiado difícil hacerlo. En unos días volverían a la realidad y deberían alejarse de nuevo. Ni siquiera se sentía con fuerzas para volver a alejarle de él. Ya lo hizo una vez, le rompió el corazón a Bakugo y se lo rompió él mismo para protegerle, ahora ya no se sentía con fuerzas de repetir una acción semejante.
— Deja de pensar.
El susurro que escuchó le hizo abrir los párpados repentinamente. ¿Cómo iba a poder engañar a ese chico si le conocía tan bien? Era imposible, al menos así se lo parecía a Shoto.
Algo más cabizbajo que antes, Shoto pensó en cómo sabía que pensaba en algo. Quizá por ese beso, por cómo había respondido con dudas, por la forma en que no seguía bien su ritmo cuando sólo al iniciar su relación tuvieron problemas con esas adaptaciones. Bakugo sonrió antes de poner un par de dedos bajo su barbilla y elevar el rostro del chico hacia él para que le mirase a los ojos.
— Tus besos son diferentes cuando algo te preocupa – le dijo abiertamente.
— No quiero hacerte daño – confesó finalmente Shoto lo que estaba pensando, porque tarde o temprano, aquello acabaría y le haría daño, se harían daño mutuamente una vez más.
— Tú no puedes hacerme daño – dijo Bakugo – porque te conozco demasiado bien, porque tú eres incapaz de hacerme daño. Puedes intentarlo todo lo que quieras pero... sólo te haces daño a ti mismo porque ahora sé que sólo me amas a mí y eso no podrás borrarlo ya de mi mente.
— Volveremos en unos días, ¿verdad?
— En cuanto acabemos la vendimia, sí.
— Entonces... te darás cuenta por ti mismo cuando lleguemos de nuevo que lo nuestro es una relación imposible.
— Te recuerdo que era policía de élite, hacer posible lo imposible era mi especialidad – sonrió con prepotencia.
— Es diferente, Bakugo, esto es muy diferente.
— No para mí. En cada misión me jugaba la vida y esto no... esto no es diferente. Sé muy bien que trato con la mafia, pero me gustas tú y por ti merece la pena pelear hasta el final.
— Eres muy persistente y cabezón. Nunca puedo contigo.
Bakugo sonreía de esa forma arrogante que él siempre tenía, saliéndose con la suya como solía hacer, pero por extraño que pareciera, a Shoto le gustaba esa sonrisa y su seguridad en las cosas. Realmente quería confiar en él y en sus palabras, quería confiar en la idea de que podría realizar un imposible para ellos.
Subiéndose sobre las piernas de Shoto y sentándose en sus muslos, Bakugo volvió a agarrar el rostro de Shoto para besarle, esperando que esta vez, él dejase a un lado sus pensamientos y se centrase en lo que importaba de verdad: ellos.
No sabía qué haría al regresar, ni cómo afrontaría la situación, pero sí sabía una cosa: hoy estaban allí, estaban juntos y no iba a desaprovechar ni un momento con ese chico. Aquel pensamiento era el único que le importaba a Bakugo en ese instante.
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Yakuza (Boku no hero: Shoto-Bakugo)
FanfictionBakugo ha sido contratado como guardaespaldas de una de las familias que profesaron fidelidad absoluta a los Yakuza. Su trabajo, proteger a toda costa al hijo pequeño, el que durante el instituto, fue su novio y del que nunca conoció su origen. Arti...