iii. perdida entre cuadros

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Dormir plácidamente, soñando cosas preciosas y en una burbuja de felicidad mientras estabas en un mundo era algo que a Miriam le encantaba

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Dormir plácidamente, soñando cosas preciosas y en una burbuja de felicidad mientras estabas en un mundo era algo que a Miriam le encantaba. Pero que Hermione viniera a reventársela no le gustaba tanto. Aunque tenía que admitir que si no la despertara habría llegado tarde a todas y cada una de sus clases de la mañana, y eso era bastante útil ―aunque no quitaba la parte molesta―. En ese sentido le recordó mucho a su amiga Isabelle.

―¡Más te vale levantarte ya o llegarás tarde! ―gritó Hermione, abriendo las cortinas de su cama para que entrara la luz del amanecer.

Y por el quejido que escuchó, también levantó a Amelia. Se notaba que Hermione era la responsable.

―Voy a la ducha ―Les dijo con la voz ronca―, no hay nadie en ella, ¿no?

Antes de que alguna de las otras dos contestasen Miriam divisó que sus otras dos compañeras de cuarto dormían plácidamente en su cama, así que simplemente se dirigió con paso cansado hacia el baño, no podía acostumbrarse tan rápido a su cama nueva.

―Tardo diez o quince minutos, ¿vale?

Amelia, que seguía con cara de dormida, asintió. Miriam supuso que era porque iba a ser la siguiente.

Después de salir, empezó a arreglarse, se arregló el pelo con un simple movimiento de varita y se vistió inmediatamente después, para salir, como prometió, en quince minutos.

―Lista, os toca ―anunció.

―Bueno, tardamos lo menos posible y nos vamos a desayunar ―Le comunicó Hermione, y así como dijo, enseguida las dos estuvieron listas.

Las escaleras liaban, pero tenían un toque especial y, además, estaban rodeadas por preciosos cuadros. Aunque en realidad, Miriam debía agradecer que tenía a dos personas que la podían guiar perfectamente hasta el Gran Comedor, donde desayunaría.

―No va a estar tan rico como el banquete de bienvenida... Pero ya verás, hay mucha variedad de platos ―comentó Amelia―. Lo mejor de todo son las tortitas. 

Y Amelia no mentía, cuando entraron en el comedor se encontraron con cuatro mesas rebosantes de comida para desayunar. Y como Hermione insistió en levantarse pronto, la estancia estaba prácticamente vacía. 

―Por cosas como esta, lo mejor es madrugar ―afirmó la chica, como si leyera la mente de Miriam.

Luego de eso se sentaron las tres en la mesa que correspondía a los leones de Gryffindor para empezar a comer. 

―Oye, Miriam, ¿qué optativas has elegido? ―preguntó Amelia.

―Bueno, en Beauxbatons cursaba Aritmancia y Runas Antiguas, así que cogí esas para no empezar con otra cosa. 

―¡Genial! Nosotras vamos a Aritmancia y a Runas también, así que podremos ir juntas las tres ―exclamó Hermione―. ¿Y vas a ir a alguna extraescolar? Amelia va a música, pero no sé cómo le da tiempo.

𝐒𝐎𝐌𝐎𝐒 𝐀𝐑𝐓𝐄, dean thomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora