xix. todavía queda tiempo

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Estaba temblando, intentaba reaccionar pero estaba totalmente paralizada

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Estaba temblando, intentaba reaccionar pero estaba totalmente paralizada. Tenía miedo, pánico. No se podía mover.

Y él apareció en el pasillo, solo lo veía a él. Y cada vez se acercaba más a ella. 

Un poco más.

Un poco más. 

Y sin darse cuenta, o dándose demasiada cuenta, lo tenía encima. 

No te vas a librar de mí a gritos... susurró en su oído, mientras su aliento provocaba una espantosa reacción por todo su cuerpo. 

Terror. 

Despertó.

Aide!! ―el grito salió de su garganta sin pretenderlo. 

Sus padres aparecieron por la puerta de su cuarto, comprobando si su hija estaba bien. Calmados viéndola intentando tranquilizarse, supieron al instante que había sido otra pesadilla. 

Su hija era valiente, pero le había valido mucho dolor y peso en su alma. Les rompía el corazón. No había ya día que no escuchasen sus gritos. 

―Cariño, ¿todo bien? ―preguntó su madre, Sophie, acercándose con cuidado, no quería alterarla más

―Sí... Solo una pesadilla ―murmuró―. De nuevo...

―No te preocupes ―aseguró su padre, Yoel, sentándose cerca de su hija―. Estás a salvo, en casa. 

―Lo sé papa ―contestó―. Pero parecen tan reales...

―¿Necesitas algo? Cualquier cosa que necesites, pídela, por favor Mimi ―dijo su madre. 

―Cuando Alex volvió de su primera misión como auror le sirvió mucho el salir con sus amigos para despejarse, ¿por qué no pruebas eso? ―sugirió su padre. 

Alexandre era su hermano, un chico al que le gustaba mucho viajar, por eso lo veía menos desde que había terminado la escuela. Aunque siempre, cada vez que volvía a verla, le daba algo relacionado con la pintura del lugar del que llegaba, era una colección de la que se enorgullecía mucho.  

―Dean me escribió una carta... Me dijo que si quería ir con él a ver la National Gallery. Podría aceptar, ¿no?

―Me parece estupendo, ese chico me cae muy bien, estuvo con Mimi mientras nosotros no pudimos estar con ella cuando estaba en la enfermería. 

―A mí también, querida. Pero eso sí, yo te acompaño, ¿de acuerdo? Te llevo en el coche que ha alquilado el Ministerio para nosotros.

A Miriam esta escena le conmovió mucho, la manera en la que sus padres se preocupaban por ella le llenó el corazón. 

―Gracias... ―sollozó. 

Amaba a su familia, mucho. 

―Te dejamos avisar a Dean, escríbele con Iris, ¿sí? 

𝐒𝐎𝐌𝐎𝐒 𝐀𝐑𝐓𝐄, dean thomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora