capitulo 12

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"EL HILO ROJO DEL DESTINO."

Narra Violet:  

Nos encontrábamos acostados en mi cama, con Ben, ya que Tay y Nick salieron me encontraba sola, así que él decidió venir a protegerme.  

-Agradezco al hilo por unirnos.-comenta Ben besándome en la frente. -Podrá tensarse o enredarse, pero jamás podrá romperse.-agrego. -¿Conoces la leyenda?

-Es mi favorita.

-¿Cómo puedes ser tan perfecta, mujer?  

-¿Cómo puedes ser tan diferente a mí, hombre?

-Ya lo dijiste, soy el masoquista y morboso león que debe hacer un gran esfuerzo para estar con la oveja.

-Y yo la estúpida oveja que se enamora de alguien que puede lastimarla.

-Pero ambos hemos renunciado a nuestra naturaleza por el amor.

-Aún sabiendo que esto no puede funcionar.-Ben me besa.

-Si le ponemos muchas ganas, tal vez sí. Por algo el hilo rojo nos unió.

-Nunca me dejes.-digo.

-Nunca lo haré.

-¿Te confieso algo?  

-Sí.

-Estoy cumpliendo mi sueño.

 -¿Qué?-pregunto confundida.  

-Desde que te conocí me imaginé así contigo.

-Desde que te conocí me encantaste.-comento.  

-Andaba con ganas de encontrarte de una buena vez por todas.  

-¿Tus ganas se han acabado?

-Sí, pero tengo ganas de algo más.

-¿De qué?

 -De que seas mi esposa.  Nos besamos. En ese momento descubrí como personas tan diferentes pueden llegar a tener algo muy importante en común: ESTAR LOCOS EL UNO POR EL OTRO. Con la ayuda del destino las personas pueden encontrarse, aunque no por los mismos motivos, algunas son para hacerte vivir un instante grandioso, como las estrellas fugaces, y otras son para mantenerse en tu vida para siempre. Y estoy más que segura de que Ben no es una estrella fugaz… ¿Ben pensará lo mismo de mí? Esa pregunta siempre me ronda por la cabeza.

NARRA TAYLOR:

Quedé a dormir en la casa de Nick, ya que Ben insistió para quedarse con Vi. Entonces acabamos de cenar.

-Em… ¿dónde voy a dormir?-pregunte tímida.

-Conmigo.-respondió.

-¿En serio?-contenta.

-Sí, si quieres… o sino en la habitación de Ben…-lo interrumpí.

-No, no, está bien, dormiré contigo.-sonrío. Como no tenía mi pijama, tomé  prestado una camisa blanca de Nick, me cambié en el baño, y cuando llegué a su habitación él ya estaba acostado sin camisa, abrió los ojos como platos al verme, me sonrojé, se le notaban todos sus músculos, me mordí el labio, me hizo una seña para que me acostara a su lado.

-Eres un pervertido-bromeo.

-Corrección… SOY TU PERVERTIDO.-reí, me acosté y le dí la espalda. Pasaron unos minutos sin nada, hasta que habló.

-¿Te abrazo?-pregunta inseguro.

-Como quieras.-dije tentándolo, ni un segundo más, ya estaba en sus brazos. En ese momento, pensé como iba a volver a dormir sin él, pero no me atrevía a decírselo… ya me las arreglaré. Me dormí en cuestión de minutos.

Una Apuesta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora