Capítulo 8

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Kong se despertó sintiéndose un poco aplastado. Cuando abrió los ojos se dio cuenta del por qué. Arthit estaba durmiendo encima de él. Kong tenía las piernas ligeramente abiertas y cuando fue a cerrarlas, notó como el mayor se removía despertándose también.

- Buenos días – susurró trepando hasta llegar a los labios del menor.

- Hola, ¿dormiste bien? – Kong le acarició el pelo y le sacó un rastro de saliva de la comisura de los labios.

- No – dijo negando con la cabeza.

- ¿Una pesadilla? – preguntó Kong besando suavemente sus labios. Arthit volvió a negar.

- Toda la culpa la tiene Bright. Me dijo algo que no quería escuchar y sus palabras me estuvieron martilleando toda la noche. Solo al notar tu calor, pude dormir.

- Me hubieras despertado, ya sabes que no hay problema con ello. Puedes contarme todo lo que te preocupe.

- ¿Kong, qué piensas que no me haga cargo del bebé? ¿Te parece bien?

- Bueno Thit, es tu decisión y la respeto, aunque me gustaría que también te hicieras cargo. Así cuando tengamos nuestros propios hijos, ya estaremos un poco entrenados.

- Te amo pequeño. Recuérdalo siempre.

- Yo también te amo. Por cierto, el pediatra me dio recuerdos para ti. Supongo que os conocéis.

- No creo, no conozco a ningún pediatra.

Se levantaron y se dirigieron a la ducha. Donde tuvieron su momento de intimidad deliciosa entre caricias, besos y tocamientos antes de salir a vestirse.

Cuando salieron de la habitación, se encontraron con que sus amigos habían despertado y vestido al pequeño.

- Lee ya ha desayunado. Hasta le he cambiado el pañal – dijo Tootha.

- Eso ha sido entre todos – dijo Prem – no quieras hacerte el héroe.

- Es solo un pañal – dijo Arthit.

- Espérate cuando tú se lo cambies, vas a sufrir su olor – contestó Prem.

Bright cogió al niño pasando al lado de Arthit y se lo tendió para que lo cogiera. Arthit miró al bebé y después a su amigo y comprendió que aún estaba enfadado. Arthit lo cogió y al sentir su cuerpecito cálido no pudo evitar que una lágrima cayera por su mejilla. Kong al verlo rápidamente la secó.

El bebé los miraba a los dos. Puso una manita en la mejilla de Arthit y empezó a balbucear. El mayor lo miró y por primera vez le sonrió dejándole ver su hermoso hoyuelo. Lee le hundió el dedo y empezó a reír. Después empezó a balbucear de nuevo.

- Ta... ta... taa... na... na... - miró después al mayor.

Kong se acercó a ellos y rodeó la cintura de Arthit. El bebé siguió balbuceando ajeno a las miradas de todos entre todos.

Arthit dejó al niño en el suelo y se alejó con Kong para despedirse. Lee les perseguía gateando y cuando los mayores se pararon, él se sentó. Volvieron a caminar y Lee les volvió a seguir cuando de repente volvió a balbucear.

- Ga... Ta... ta... - y de repente mirando a Kong dijo – papa.

Todos se quedaron quietos. Se giraron para mirar al bebé que sonreía por tener la atención una vez más.

- Papa – alargó los bracitos tendiéndoselos a Kong.

Kong miró al bebé y a su mayor, simultáneamente. Rápidamente cogió al bebé y se dirigió hacia donde estaba el mayor. Pero este ya se había ido sin despedirse.

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora