Capítulo 32

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Kong y Arthit habían pasado a recoger las llaves de la casa nueva y empezaron a empacar en cajas todas las cosas necesarias de su actual casa.

Arthit estaba algo triste. Esa casa era especial para él, había vivido muchos momentos con sus amigos y allí fue cuando empezó a salir (sin salir) con su pequeño, cuando tuvo celos de Krist, cuando casi pierde a su menor, cuando hicieron las paces... Esa casa era toda su vida.

Pero ahora, cerraba esa etapa para empezar otra, solo con su pequeño y su hijo. Su hijo. Ese pequeñín que se había colado en su corazón cuando él no quería hijos, pues tenía miedo de ser un mal padre. Pero Lee le enseñó que no era así.

Sacó del bolsillo una llave y la miró. Kong estaba en su estudio pintando, había recibido una llamada de la galería de Nueva York, diciéndole que tenía que apresurarse con los cuadros, los que había dejado expuestos y los de reserva, ya estaban vendidos. Así que esa misma mañana, después de recibir la llave también de su nuevo hogar, se despidió del mayor y se puso rumbo a su estudio.

Debido a los exámenes en la universidad, Kong paró sus clases allí, por lo que le daba más margen para pintar. Ya habían hecho el pago de una parte de la casa, el otro lo harían cuando les dieran los papeles de las escrituras, y para ello faltaba una semana.

Kong estaba contento con el bróker de Arthit había hecho grandes progresos en solo unas horas y su cuenta bancaria de tener cinco ceros ahora tenía seis. Pero Kong necesitaba más dinero para lo que tenía planeado, guardó los cinco lienzos que había pintado hacía unos días y se dirigió a su casa nueva.

Arthit y él habían quedado allí para empezar a acomodar las cosas. Contrataron a dos empresas de mudanzas y en menos de dos horas, ya lo tenían todo allí. Arthit pagó a solo una para que se quedara con ellos y les ayudaran a poner las cosas. Él se dedicaba a poner la ropa en los armarios y las personas del servicio se encargaban de la cocina.

Arthit había comprado vajillas, utensilios, ollas, sartenes, trapos, toallas... Todo nuevo, lo único que quién se llevaron todo, fue de Lee.

Kong ponía y organizaba todo en la habitación del bebé. Recuperó los vigila bebés que estaban en la caja precintadas y que no habían estrenado, pues no les habían hecho falta, dejando uno encima de la mesita y el otro con la cámara donde tenía una visión extensa de la habitación y la cuna.

Cuando estuvieron, pues habían hecho la mudanza en solo un día, estaban realmente agotados. No estrenarían la casa hasta pasados unos días, por lo que salieron cerrando la puerta y despidiendo al servicio, pues eran los que se quedaban para limpiar y poner la vivienda a punto, haciendo una enorme limpieza general de toda la casa.

Arthit y Kong se encargaron de buscar y empezar a entrevistar a amas de llaves, donde se hicieran responsables de la casa y del bebé cuando ellos estuvieran fuera trabajando. Recibieron más de cincuenta solicitudes, de las cuales cincuenta fueron descartadas, pues según Arthit ninguna daba el perfil de ama de llaves segura para Lee.

Así que la pareja seguía buscando personal. Las condiciones que ofrecían no estaban mal. El trabajo consistía en cuidar y organizar la casa, supervisando a todo el personal de limpieza junto con el cuidado del bebé de lunes a viernes. Los sábados y domingos los tendría libres. Lo habían decidido así pues los tíos de Lee querían pasar ese día con él y así la pareja podría pasar tiempo a solas si quería. Y el domingo era para pasarlo en familia. Un día para Arthit, Kong y Lee.

*

Arthit y Kong estaban acurrucados en el sofá de su antigua casa. Mientras Arthit acariciaba el pelo del menor, susurró:

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora