Capítulo 37

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Pronto pasaron los días y se encontraban de camino al último punto de su recorrido. Florencia y Venecia había sido una experiencia para ambos.

En Florencia, Kong sacó su lado más artista y compró un cuaderno de bocetos y un par de lápices para empezar a dibujar a Arthit en cada rincón que le parecía hermoso. El problema surgió cuando a Kong, cada rincón le parecía realmente maravilloso para pintar.

Visitaron la Catedral de Santa María del Fiore, el Ponte Vecchio, y muchos museos, en especial, la Galería degli Uffizi y el palacio Pitti.

Kong estaba extasiado, nunca había visto tantas obras renacentistas juntas y durante todo el recorrido, tiraba de Arthit para contarle cada detalle, hasta la última pincelada. Kong se olvidó que Arthit también había estudiado arte y se conocía bien las obras, pero el mayor no dijo nada al ver los ojos de su marido brillar como nunca. Jamás le había visto tan entusiasmado y si para verle así significaba no saber nada de arte por algunos días, gustoso lo haría.

Por las noches, todo era lujuria y pasión, dando rienda suelta a lo que tanto ansiaban por la mañana cuando no podían tocarse.

Cuando llegó la hora de ir a Venecia, Kong no podía creerlo. Cada ciudad de Italia le enamoraba más que la anterior. Mientras iban de camino al hotel para registrarse, Kong le preguntó a Arthit.

- Thit, ¿tú crees que cada ciudad me gusta más por qué estás en ella? – Arthit le miró sin saber que responder. Pasados unos minutos contestó.

- No creo. Italia es famosa por ser un país lleno de arte y cultura. Cada ciudad te gusta más porque en cada una de ellas hay arte y cultura diferente.

- Pero Thit, tú eres la obra de arte más maravillosa y valiosa. Por lo tanto tendríamos que mudarnos aquí. Aunque tendría serios problemas... - Kong se llevó un dedo a la boca y lo puso encima de sus labios. – Siendo tan valiosa, tendría que vigilarte mucho, pues lo más probable es que alguien quiera robarte y...

- Pequeño, deja de divagar. Nadie va a secuestrarme. Lo han intentado varias veces y nunca lo han conseguido.

- Vaya... - Kong miró a su mayor sorprendido. Para después girarse y ver el hermoso hotel donde iban a alojarse. – Thit, realmente es una pasada...

Kong miraba embelesado las paredes con pinturas y los techos con frescos. Se registraron en el hotel y fueron a la habitación. Al entrar Kong se quedó sin aire.

- Thit... ¿Por qué cada habitación es mejor que la anterior?

- Porque es nuestro momento. Es mi tiempo de estar contigo sin preocuparme de nada y eso, significa gastar un poco de dinero para hacer después lo que quiera. Trabajo y gano mi dinero, por lo que tengo el derecho de gastarlo como quiera. Y así lo decidí, que en nuestra luna de miel, te consentiría mucho, mucho, mucho – dicho esto, le besó.

Tras acomodarse en la habitación, llamaron a casa y se tranquilizaron en ver a Lee tranquilo y comiendo. Les mandó un beso.

Los días transcurrieron tranquilos, entre paseos en góndola, visitas a museos, comprar recuerdos y visitar muchos museos. Arthit quería que Kong visitara cuantos más mejor, para que así tuviera inspiración renovada a la hora de pintar.

Kong sacaba el cuaderno, cuando Arthit menos lo esperaba, cuando estaban comiendo o dando un paseo en góndola, después de hacer el amor o cuando Arthit se duchaba.

La noche antes de salir de Venecia, mientras Kong dormía, Arthit se acercó a la mesa donde descansaba la libreta y la abrió al azar. Al ver el dibujo, Arthit se emocionó dejando escapar traviesas lágrimas por sus mejillas.

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora