Capítulo 14

267 36 72
                                    


Kong se removió entre los brazos ajenos y sonrió al notar que las manos del mayor le acariciaban el pelo. Arthit le dio un beso en la cabeza.

- Buenos días, ¿has dormido bien? - Kong asintió todavía somnoliento. - ¿Alguna pesadilla? – Kong negó. – Está bien, me doy por satisfecho.

- Tengo hambre – dijo dando un bostezo. - ¿Qué hora es?

- Tarde, son cerca de las doce.

Kong se sentó en la cama y pestañeando varias veces empezó a ponerse nervioso. Arthit le cogió por la cintura y le tumbó en la cama, en un momento se puso sobre él, mirándole fijamente intentó calmarle.

- No tienes que hacer la comida, solo calentaremos lo de ayer noche. Y queda totalmente prohibido que friegues los platos o recojas la cocina. Para eso ya tenemos servicio que lo hace. Puedes quedarte en la cama un rato más, yo calentaré la comida.

- Pero Thit...

- No, solo descansa. Que no sepa cocinar no significa que no sepa calentar un poco de arroz en una sartén.

Arthit se levantó, dejando solo a Kong tumbado en la cama. Cogió un pantalón del armario y se giró hacia Kong cuando lo tuvo puesto.

 Cogió un pantalón del armario y se giró hacia Kong cuando lo tuvo puesto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Ahora vuelvo. Descansa.

- Pero Thit... Quiero ayudarte. No quiero estar solo en la cama.

- Está bien, ven entonces, pero no te excedas.

Se levantaron de la cama y Kong decidió ir al baño, Arthit no pudo resistirse en seguirle. Pusieron rumbo al baño, se asearon, jugaron, se besaron y acabaron de vestirse. Después fueron a la cocina.

Arthit sacó dos delantales negros mientras Kong abría la nevera y sacaba la comida de ayer. Sacó los paquetes de arroz y el marisco. También sacó las brochetas de cerdo y las albóndigas.

Se acercó a Arthit quien le ayudó a ponerse el delantal. Momentos después, Arthit sacaba una sartén para poner el arroz a calentar. 

Calentaron las albóndigas y las brochetas en otra sartén y cuando lo tuvieron todo listo, se dirigieron a la mesa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Calentaron las albóndigas y las brochetas en otra sartén y cuando lo tuvieron todo listo, se dirigieron a la mesa. Comieron tranquilos, sin ninguna interrupción.

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora