Capítulo 23

214 35 31
                                    


Todos se encontraban reunidos en el salón, mientras Bright iba de un lado a otro mientras miraba a Lee, que estaba abrazado y sentado en el regazo de Kong. Estaba en la sesión de mimos y ahora no permitía separarse de Kong.

- ¿Quién diablos puede meter a un niño en una caja y mandarlo por paquetería? – gruñó muy enfadado.

- Una madre desesperada – dijo Prem.

- Una mujer sin dos dedos de frente – volvió a gruñir.

- No sabemos lo que la empujó a hacer eso pero realmente debe ser muy, muy grave – dijo Arthit.

- La mujer nos contó que al abrir la caja, el bebé estaba dormido encima de un pequeño colchón de cuna y tapado con una suave manta. Lo único que sujetaba con fuerza era un león de peluche. A su lado había un par de pañales, un biberón y un sobre transparente con un polvo blanco donde decía: "0.1 mg. Agregar al biberón el último día.

- Sedante para dormir al bebé y que fuera tranquilo y sin hacer ruido. ¿Os dijo el nombre de la empresa de transporte?

- Algo así como "Delivery Quick" – Bright dijo.

Prem se levantó y trajo su ordenador, tecleó el nombre de la empresa en Google y le apareció rápidamente.

- Sabía lo que hacía – dijo Prem. – La empresa tiene más de 25 sucursales esparcidas por toda la ciudad. Será un poco pesado visitarlas todas.

- Podemos ir a la oficina central. Ellos deben de tener un registro de todos los paquetes que se envían. Así como como de los clientes que firman la entrega y la recepción. Con un poco de suerte, será siempre el mismo repartidor y si logramos poner un inicio lograremos dar con alguna dirección o algo más de información – dijo Arthit.

- Yo me ofrezco a ir, necesito tomar aire – dijo Bright.

- Yo te acompaño entonces – dijo Prem.

- Voy con vosotros, yo también necesito algo de aire – Knott se añadió.

- Está bien – dijo Tootha al fin, - yo me quedo en el coche, pero necesitaré tu portátil, Prem. Ya cuando llegue revisaré eso – dijo señalando los aparatos electrónicos.

Los cuatro mayores cogieron los auriculares y se despidieron de Arthit, Kong y Lee, que se había quedado dormido en sus brazos. Al escuchar la puerta cerrarse, despacio, Kong, se levantó y lo puso en el parque con su león de peluche al lado y unas cuantas fotos suyas que aún rondaban por allí.

El mayor fruncía levemente el ceño, cuando notó los ojos de Kong posarse fijamente en él. El menor caminó coqueto y poco a poco fue desabrochándose la camisa. Cuando llegó al frente de Arthit, la camisa estaba abierta por completo, mostrando los dos pezones levemente erectos.

Se sentó a horcajadas sobre el mayor, mientras que ahora, en la cara de Arthit se dibujaba una leve sonrisa.

- Me encanta cuando estás tan seguro de ti mismo, provocándome, justo como ahora. Me encantan tus pezones, ya quiero comerlos, y lamerlos, morderlos...

Las mejillas de Kong empezaron a volverse rojas, haciendo que escondiera su cara en el cuello del castaño. Arthit sonrió.

- Tan tímido ahora.

Kong se levantó al notar al castaño querer levantarse. Lentamente y con cuidado, fueron saliendo del comedor. No habían llegado a la puerta que Kong estaba devorando los labios regordetes de Arthit.

Kong se sintió desfallecer al notar la calidez de los labios de su mayor contra los suyos. Se movían rítmicamente al compás de las manos de Kong acariciando el pelo del mayor. Las manos de Arthit se movían de arriba abajo, por dentro de la camisa de Kong, acariciándole la espalda.

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora