Capítulo 27

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Ese día, cuando Arthit dijo que no apagaran el localizador del móvil, no lo decía en broma, por lo que dentro de la suela del zapato pusieron un pequeño dispositivo parecido a un botón, que iba conectado y sincronizado al móvil.

Este, mediante señal satélite mandaba información a la aplicación que Tootha tenía instalada en el ordenador, por lo que le fue muy fácil acceder a ella.

Y así supieron dónde estaba Knott. Tootha miró la localización en el mapa y comprobó que estaba en una antigua fábrica en el fondo del bosque a las afueras de Bangkok.

Arthit confiaba en su amigo y sabía que podía sobrellevar la situación. Los demás estaban bastante tranquilos, pero todo cambió cuando un segundo menor entró en la casa.

Entró hasta la estancia seguido de Prem. Arthit, que no había dejado de dar vueltas por el salón, se acercó y le abrazó brevemente notando el temblor en el cuerpo del menor. Luego se dirigió a su amigo.

- ¿Os han seguido? ¿Has visto algo?

- No, no nos han seguido y todo ha ido bien.

Kong se acercó a Tew y le dio un largo abrazo. Lee al ver que el menor se iba, se levantó y empezó a seguirle.

- Ven renacuajo – dijo Prem cogiéndole en brazos, alejándole de Kong – ahora tienes que mimarme un rato.

- ¡Peem no!... ¡Papa! – el bebé se retorció hasta que el mayor se vio obligado a dejarle en el suelo. Kong le cogió en brazos y sonrió al mayor pidiéndole perdón.

- Arthit... - la voz de Tootha se escuchó por la sala. – Tenemos noticias.

Arthit y los demás se acercaron al ordenador. En la pantalla, una nota y un cronómetro aparecía.

"Quiero a ese bebé de vuelta, si queréis que vuestro amigo regrese, entonces haremos un intercambio"

"La antigua fábrica del lado sur, allí os esperamos, no os olvidéis traerle".

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- ¿Qué ha sido eso? ¿Por qué lo tienen? ¿Quién lo tiene? ¿Qué está pasando? ¡Por favor decirme algo! ¿Todo esto es por ese jodido niño? – Señaló al bebé que estaba en brazos de Kong - Porque si es así se lo regresamos y punto. Me da igual lo que le pase a él, quiero que vuelva Knott...

- ¡Basta! – Arthit alzó la voz a modo de orden. – Te he permitido quedarte aquí por seguridad, pero no tienes ningún derecho a decidir nada. Y déjame advertirte sobre algo... no vuelvas a meterte con ese niño, o no respondo de mis actos. Sé que estás nervioso, sé que lo que has visto te ha impresionado, pero por tu seguridad y la de todos nosotros, incluyendo la de ese niño, no te metas.

- Pero yo...

- Tew, estás nervioso, preocupado y, por el leve temblor de tus manos, tienes miedo. Pero déjame decirte que Knott está bien, no es de los que rápido caen – Arthit le interrumpió.

- Pero si solo quieren al puto niño se les entrega y listo, no veo donde está el problema – el menor gritó e insistió haciendo perder la paciencia de Arthit.

- ¡Joder! – Arthit volvió a levantar la voz, haciendo que Lee hiciera un gran puchero. – Basta, no voy a tolerar más insultos al bebé, ni puto ni jodido ni nada por el estilo. ¡¿Ha quedado claro?!

Con el grito Lee empezó a llorar, primero se escondió en los brazos de Kong, pero cuando Arthit se acercó y se acarició la espalda susurrándole tiernas palabras en su orejita, le tendió los bracitos y Arthit lo cogió. Lee escondió la cabecita en su cuello.

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora