Capítulo 16

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Los dos salieron del baño relajados, Arthit se dejó caer en la cama y abrió los brazos para que Kong se acurrucara en ellos.

- Kong... - Arthit acarició su espalda - ¿Antes, mientras follábamos, que te pasaba? Estabas muy intenso. ¿No estarías celoso verdad?

El menor, acurrucado en el pecho del mayor, negó con la cabeza.

- No... - susurró bajito.

- ¿Seguro?

- No... ¿Sí?... Sí... Supongo que sí... - al final Kong admitió bajito. – No paran de pasar por mi mente imágenes tuyas con ese tipo en la cama y es molesto. Duele.

- Recuerda por ello que eres el único que ha entrado en mí, nadie más lo ha hecho. – Le atrajo más hacia su cuerpo.

- Pero Thit, te salen amantes de debajo de las piedras, solo quiero vivir contigo en paz, sin sentirme celoso.

- Kong, por muchos amantes que haya son solo eso, amantes. Tú eres mi marido, al que he escogido para pasar mi vida contigo. Que esa mente, tan peculiar tuya, deje de pensar en cosas absurdas porque no voy a ir con nadie más, y menos cuando en casa estoy satisfecho.

- ¿De verdad? – Kong alzó los ojos y le miró.

- No pongas ojos de cachorro, Kong. Sabes muy bien que me encanta tener sexo contigo. ¿O es que los gemidos de hace un momento no te lo han demostrado? – Kong sonrió y negó con la cabeza. - ¿Entiendes por qué estoy satisfecho contigo? – Dijo apretándole una nalga mientras Kong se sentaba encima de él. – Eres insaciable.

Kong sentado a horcajadas en los muslos del mayor, empezó a frotarse. Se habían tumbado desnudos en la cama, pese a las protestas de Kong. Pero no había nadie en la casa y Arthit adoraba ir desnudo.

Tumbado en la cama miraba a Kong frotarse. Los ojos del menor se cerraron y la lengua mojaba los labios de vez en cuando. Sus manos recorrían el pecho de Arthit hasta encontrar los pezones y empezó a jugar con ellos. Los muslos se contraían con el vaivén que hacían sus caderas y por último se fijó en el pene del menor. Estaba totalmente erguido y sin descanso, se frotaba contra el suyo.

Pronto, la habitación se llenó de gemidos. Arthit le agarró con fuerza las nalgas y deslizó su mano hasta coger los dos miembros. Tocó primero el de Kong, y con un rápido movimiento, le tumbó en la cama para ponerse encima de él.

Arthit se levantó y fue hasta el armario. Cogió uno de los botes de lubricante y un paquete de toallitas. Con ello regresó a la cama. Gateó hasta ponerse en la misma postura de Kong antes y abrió el bote, echando una gran cantidad en el pene del menor.

Al sentir el contacto frío, y sin previo aviso, Kong empezó a jadear. Con los ojos cerrados y mordiéndose el labio sintió la mano cálida de Arthit, juntamente con su pene. Empezó a moverla arriba y abajo, apretando un poco ambos miembros. Gimieron a la vez.

Arthit mientras movía las manos miraba a su amante y cuando Kong abrió los ojos, miró fijamente al mayor.

- Adoro tu cara perdida dentro del placer. Eres erótico, muy erótico.

- Thit, más rápido...

Ante las suplicas de Kong, movió más rápidamente las manos y después de varias miradas y algún que otro jadeo, ambos se dejaron llevar en el estómago de Kong. Arthit, aún jadeante, cogió una toallita y se la pasó por el estómago, la dejó en la mesita para después tirarla.

Arthit se dejó caer en la cama y abrazó al menor.

- Me encanta esa cara que pones cuando te corres, es jodidamente... perfecta – Kong le miró sonrojado.

El arte del ex ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora