Un mes después
Maia siguió hablando con Amelia con total normalidad, como si el último mes no hubiera llorado todas las noches por ella.En el hospital la noticia de que 'Oscar Campbell' uno de los presos más peligrosos de Canadá sería trasladado al Grey-Sloan Memorial voló por los pasillos del hospital. Necesitaba un bypass coronario y extirparle un aneurisma cerebral así que Cardio y Neuro debían trabajar juntas.
- ¿Yo también debo operar? -pregunta Maia en la oficina de Bailey- es decir, ya tienen a Pierce.
- Debes operar. Tú, Pierce, Shepherd, Grey y un interno por cada uno -responde Bailey- esto va a servirle a la imagen del hospital, nos hará ver cómo un hospital inclusivo, se es persona antes que nada, así sea un preso o la reina de Inglaterra vamos a atender con total normalidad dando lo mejor de nosotros -explica Bailey tranquila- Shepherd este caso es complicado para tí, pero necesito que estés al máximo -dice Mirando a Amelia, ella asiente-
- No puedo creer que vayamos a operar a un criminal -comenta Maggie sentandose en la cafetería-
- ¿Que delitos habrá cometido además de asesinato? -pregunta Meredith divertida de la situación-
- Violación, proxenetismo, pedofilia, tráfico de drogas, asalto, violencia doméstica y asesinato en primer grado -responde Maia concentrada en su celular-
- ¿Cómo lo sabes? -pregunta Amelia, Maia se pone nerviosa-
- Lo dice en los artículos -responde Maia tratando de actuar normal-
No era cierto, en los artículos no daban tantos detalles.
- Debo irme -informa Maia saliendo de la cafetería-
- Ey -escucha que la llaman, era Amelia- ¿Darás un paseo? -pregunta, Maia asiente- voy contigo -dice nerviosa-
- ¿Que ocurre? -pregunta al verla jugando con sus manos y los bordes de la camisa-
- En menos de una hora debo operar al asesino de mi padre -dice Amelia con los ojos llorosos-
Maia sintió como se le cortaba la respiración, parecía que el mundo se detuvo a su alrededor, todo pasaba en cámara lenta, todo estaba dando vueltas. ¿Es asesino de su padre? era imposible, Debía ser un error. Escuchaba que le hablaban pero todo se escuchaba lejos, no entendía que le decía, sabía que Amelia le estaba hablando a ella pero no podía oírla, no podía moverse, simplemente estaba en shock, hasta que algo la saco de ese estado, una voz principalmente y una risa; no era cualquier voz, era su voz. Esa voz repugnante que tantos malos recuerdos le traía. Ahí estaba el, Oscar. Atado a una camilla, con cuatro policías escoltandolo, Bailey y Pierce, esperándolo en el pasillo frente a las escaleras dónde se escontraban Amelia, Carina, Andrew y Levi, al parecer llamados por Amelia al ver que Maia no reaccionaba. El la miraba con su sonrisa sádica, en sus ojos ese brillo malévolo que siempre tuvo al ver el miedo que Maia sentía frente a el.
- ¡Az! -gritaba con una sonrisa, Maia lo miraba sin expresión alguna- ¡Azul, no me ignores te estoy hablando a tí! -grito un poco más enojado, todos los presentes se voltearon a verla, sus amigos la miraban confundidos- estás grande y hermosa, podría sacar mucho dinero de ti -comenta con su tono pervertido mirando a Maia de arriba hacia abajo- ¡Azul, ven a saludar a tu padre! -grito enojado-
"Azul, ven a saludar a tu padre" con esa frase su mundo termino de derrumbarse.
- ¡Azul Florence Campbell! -gritaba Oscar mientras lo movían en las camilla-
Maia no podía moverse, sentía la mirada de todos sobre ella pero la que más le dolió sentir fue la mirada de incertidumbre y decepción que Amelia tenía.
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