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El poema más corto del mundo,
Tú.

Esa noche Maia volvió a su casa con la cabeza a mil por hora ¿que debía hacer ahora?¿Llamar a los padres de Betty?¿Llamar a Betty?¿Sentarse a llorar?¿Beber café, Vino, cerveza?¿Leer?¿Fumar? Todas eran una buena opción,pero recurriría a la básica, un buen libro, un buen vino, el balcón de su casa y un cigarro. Hasta que el timbre interrumpió su intento de paz mental.

— ¿Amelia?¿Que haces aquí? -pregunta viendo a Amelia del otro lado de la puerta- es medianoche.

— Lo sé, pero ambas necesitamos hablar con alguien y creí que sería una buena opción venir a verte -responde Amelia- aparte, necesito un lugar donde dormir esta noche -confiesa con una sonrisa inocente-

— Y yo dije que siempre podías venir aquí -agrega Maia con una sonrisa mientras niega con la cabeza- en la heladera tienes vino -dice acercandose a buscar su libro- cuéntame¿que ocurrió? -cuestiona sentandose frente a Amelia-

— Teddy está embarazada de Owen, Owen viajo a Alemania estando casado conmigo y se acosto con Teddy ahí quedó embarazada -responde Amelia mirando al suelo- quiero estar con el, pero no estoy segura de lo que siento...

— Deberías hablar con el y tomarse un tiempo para pensar -propone Maia-

— El dijo que no necesita y no quiere tiempo -contradice Amelia-

— ¿Y que hay de lo que tú necesitas?¿Que quieres tu? -pregunta Maia usando las técnicas de psicología que aprendió gracias a los libros-

— ¿Lo que yo quiero? -pregunta irónica- lo que yo quiero es imposible de tener por eso estoy confundida -responde-

— Nada es imposible, es improbable no imposible -corrige Maia- ¿Que quieres? -pregunta-

— Tal vez te quiero a tí -susurra Amelia clavando sus ojos azules en los ojos color café de Maia-

— No creo que quieras eso, no me conoces -niega Maia sin apartar la mirada-

— Déjame conocerte -pide Amelia agarrando las manos de Maia que eran pequeñas a comparación de las suyas-

— Owen y tú se han arreglado, yo no voy a meterme en eso -se niega Maia-

— Es más fácil decirme que no te gusto -bisbiceo Amelia apartando la mirada decepcionada-

— Si me gustas -confiesa Maia- demasiado diría yo, pero no voy a meterme en lo que sea que tengas con Owen -se sincero-

— ¿Cuando solucione mi situación con Owen crees que al menos puedes darme una oportunidad? -pregunta tímida-

— Creo que eso lo veremos luego -responde Maia con una sonrisa para luego terminar de beber su copa de vino- si me disculpas iré a poner música -dice levantandose para poner Bob Marley-

— ¿Todo el día escuchas esto? -pregunta Amelia con una sonrisa mientras mira a Maia bailar-

— Llevo casi cinco años sobria gracias a esto, el café, los cigarros, mis gatas y los libros, así que sí -afirma Maia sin dejar de bailar y cantar one love de su Dios Bob Marley-

— Es buena la canción -confiesa Amelia moviendo la cabeza desde el sillón-

— Ajá -susurra Maia agarrando a Bastet- pareces una rata calva -comenta Maia besando a Bastet que tenía su típica cara de odiar a todo el mundo-

— Me gusta más aquella -confiesa Amelia señalando a Salem-

— Puedes tocarla, no muerde...

— ¿Esa si muerde? -pregunta señalando a Bastet-

— A veces, tienes días dónde si lo hacen y días dónde no lo hacen -responde Maia soltando a Bastet que ya se estaba irritando-

— Jamás me dijiste lo de Betty -dice Amelia luego de un rato callada-

— Nadie sabe que ella es mi hija -responde Maia evitando la mirada de Amelia-

— ¿Oliver?¿Cuando nació? -pregunta Amelia con una sonrisa-

— El domingo 23 de noviembre del 2006, a las 02:49am, en Escobares,Texas -responde Maia mirándola- sus padres aceptaron que sea yo quien elija si nombre, Oliver Washington, le dicen Ollie. Tenía 18 años cuando nació.


— ¿Lo has visto alguna vez? -cuestiona Amelia, Maia asiente-

— Cuando tenía 10 años, parece el típico nerd de la clase y según sus padres es un traga libros -responde con gracia Maia-

— Me hace acordar a alguien -agrega Amelia con una sonrisa-

— Puede que se parezca un poco más a mí que Betty -afirma Maia levantándose a servir más vino- tiene cabello oscuro, ondulado y es pálido como yo.

— ¿Si no le ponías Oliver que nombre ibas a ponerle? -pregunta Amelia-

— Archie -susurra Maia con una sonrisa- Betty iba a ser Bonnie, me gustan los nombres tiernos -confiesa-

— Son nombres bonitos -acepta Amelia-

— Como yo -Maia arrugó la nariz en un gesto tierno que hizo reír a Amelia-

— Bueno, tampoco te agrandes tanto -pide Amelia riendo-

Ambas pasaron la noche riendo, olvidándose de sus problemas por un rato; realmente era divertido pasar tiempo juntas.

𝐄𝐥 𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐫(𝐭𝐞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora