Querido yo: no salió como esperabas,pero tranquilo,estarás bien
Siempre estás bien.- Salem, no es necesario que te acuestes arriba de mi cabeza -me quejo levantando a la gata, una gata negra- Bastet tú también aquí -me quejo con mi otra gata, una gata egipcia negra-
Eran las 7am,un lunes frío de Marzo, las nubes cubrían el cielo, las gotas caían, las calles de Seattle estaban siendo bañadas por la lluvia; Era un clima hermoso a vista de Maia.
Aún tenía una hora para arreglarse por lo que comenzó a vestirse, se maquillo y puso a preparar café. Se sentó frente a la ventana del balcón que le daba una hermosa vista de todo Seattle en pleno despertar, el café humeante entre sus manos, un buen libro y los ronroneos de sus gatas a su alrededor, era todo lo que necesitaba para tener una buena mañana.
Su vida vista desde fuera era muy buena, una treintañera sin hijos, un buen trabajo, un loft propio, un auto, estaba bien; Pero si se ponían a ver a detalle se daban cuenta que nada estaba bien.
Maia solía encontrar la belleza en las cosas simples y extrañas, las cosas simples como un libro, un café recién hecho, un atardecer, el bosque, la luna o un día lluvioso y en las cosas raras como lo era su casa, un loft estilo industrial completamente adaptado a su estilo, una pared cubierta de estantes llenos de libros, el color negro, la soledad, el silencio y en cosas que no estaban tan bien, como lo eran los cigarrillos. ¿Es irónico cierto? Una cirujana vascular y cardiotoracica que ve día a día como sus pacientes mueren a causa del tabaco, encuentre la paz en él.
- Me tengo que ir hijas -le dice con todo el amor del mundo a sus gatas- tienen comida y agua,por favor no rompan nada-dice para luego salir-
Aún le quedaba medía hora para entrar a trabajar, podía ir en auto pero prefirió ir cambiando con su paraguas bajo la lluvia leyendo "el arte de amar" de Eric Fromm, el sonido de la lluvia golpeando contra el plástico de su paraguas en su celular reproduciéndose Bob Marley y su libro era todo lo que amaba de empezar un nuevo día, no sabía que pasaría, que canción escucharía, que pasaría en el siguiente capítulo del libro o cuánto café alcanzaría a tomar antes de entrar a trabajar, iba caminando por la entrada del hospital aún concentrada en lo suyo cuando alguien choca con ella haciendo que se le caía el libro.
- Ten más cuidado -dice Maia calmada- ¿Te has hecho daño? -pregunta ayudando a levantarse a la otra chica-
- No, lo siento -se disculpa avergonzada- es que venía concentrada en lo mío, lo siento de verdad -se vuelve a disculpar-
- Ya está, tranquila -dice Maia con una sonrisa- que no ha pasado nada, yo tampoco iba prestando mucha atención y todos tenemos la cabeza en diferentes lados -le asegura comenzando a caminar hacia adentro nuevamente-
- ¿Vienes a trabajar? -pregunta la chica siguiéndola-
- Si ¿Sabes dónde está la oficina de Miranda Bailey? -le pregunta amablemente-
- Te acompaño -se ofrece la chica- ¿Cómo te llamas? -pregunta con una sonrisa-
- Maia Baker,un placer -se presenta-
Maia Baker,vaya nombre.
- Amelia Shepherd, el placer es mío -se presenta la otra chica estrechando sus manos- ¿cirujana de que? -pregunta esperando el ascensor-
- cirujana vascular y cardiotoracica -responde Maia-
Esa chica tenía buenas vibras, podía sentirlo era ese estilo de personas que te alegran el día y da gusto pasar tiempo con ella, ya con solo verla se había dado cuenta de eso.