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No sé cómo vivir, solo improviso.

— Amelia -la llama Andrew- ¿Cómo está todo con Maia? -pregunta preocupado-

— Que yo sepa está todo bien -responde Amelia confundida- ¿Por qué? -pregunta-

— ¿No las visto rara? -pregunta Andrew, Amelia niega con la cabeza- entonces prestale más atención -responde rodando los ojos-

— ¿Que estás tratando de decir? -inquirio confundida-

— Hasta las enfermeras notaron que Maia está rara, todos lo saben menos tú -le explica-

— ¿Insinuas que es por mi? -pregunta aún más confundida y un poco enojada-

— Tal vez si, tal vez no -responde Andrew-

— Mira Deluca, soy tu superior así que debes respetarme -exige enojada-

— Estamos hablando de mi mejor amiga, seas o no mi superior voy a decirte lo que haces mal, me cansé de verla llorar noches enteras por tí, estoy cansado de que sufra tanto por tu culpa, la estás utilizando como tú salvavidas y ella no merece eso, merece alguien que la ame, la valore y la respete, si tú no puedes aceptar tal responsabilidad alejate de ella -responde aún más enojado-

Amelia entro a cirugía con la cabeza en cualquier lado, pensando en todo lo que había pasado el último tiempo, las veces que había hablado con Maia, cualquier actitud que le dijieran que le pasaba, estaba tan concentrada pensando en Maia que no le había prestado atención a qué las máquinas estaban pitando dando señal de que el paciente estaba muriendo, de un momento a otro sin razón aparente (según Amelia) le abrieron el pecho a su paciente llamando a Cardio para un bypass, Maia entro y observandola a detalle Deluca tenía razón, estaba extraña. No pidió música, no levanto la mirada de el tórax exepto para mirar los monitores y su mirada estaba apagada, no sonrió, para lo único que habló fue para pedir los instrumentos y salió de el quirófano sin saludar ni agradecer, cosa que era muy extraño en ella.

Maia por su parte ni ella misma sabía que le pasaba, si ella no descubría que le pasaba menos iban a descubrirlo los demás, si sabía que se veía más somnolienta que de costumbre o se veía más triste, hacia un esfuerzo por sonreír pero no le salía, al despertarse leer se volvía tedioso, lo único que disfrutaba era el café, la buena música y los ronroneos de sus gatas; Necesitaba una cita con un psicólogo urgente.

llamada

Buenos días Dra Winston

W: Maia, tanto tiempo.

¿Cree que pueda agendarme una cita? lo más urgente posible

W: ¿Mañana a las 8?

Perfecto

W: te veo mañana.

Fin de la llamada

— Amelia estaba buscándote -comenta Carina entrando al área de lavado cuando Amelia termino su cirugía-

— ¿Que necesitas? -pregunta con una sonrisa nerviosa-

— Cuida a Maia o volverá a irse y está vez no creo que vuelva -dice de golpe, completamente sería- te lo estoy diciendo en serio, no es un chiste como la vez anterior -Amelia la interrumpe-

— Primero tu hermano ahora tú -se queja- les pido por favor que no se metan en nuestra relación -le pide enojada-

— ¿Relación? -pregunta sarcásticamente- ¿Que relación? No tienen ninguna porqué tú estás con Link -le hace recuerdo- tu decidiste no tener una relación con ella, ilusionarla y luego dejarla a un lado -los ojos de Amelia se cristalizan- me caes bien, pero odio que de metan con mi familia y Maia es mi familia, la hermana que nunca tuve -dicho eso, se fue, dejando a Amelia aún con más dudas-

𝐄𝐥 𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐫(𝐭𝐞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora