La ceremonia de Año nuevo había llegado y a lo lejos intentando no llamar la atención Rashta veía como tanto el Emperador y la Emperatriz daban la bienvenida a sus invitados. En ese momento, Faith se encontraba ansiosa porque quería ver el primer encuentro de Heinley y Navier, sobretodo porque quería apreciar la belleza del rubio desde lejos antes que este comience a odiarla por ser la amante del emperador.
«Tengo que tener una fuerza mental para que no me afecte que mis personajes favoritos odien solo mi presencia, porque está claro que no voy a hacer los mismos caprichos de Rashta que causo que tanto Sovieshu como Navier pelearan mucho por eso». Pensó Faith mirando a la pareja aun a la distancia. «Lo siento, Heinley, esta vez no quiero que Navier sufra por mi culpa. Asique si pudiste conquistarla una vez lo harás de nuevo, pero esta vez yo no ocasionare el desastre.»
Rashta dejó de respirar cuando vio al príncipe Heinley entrar al palacio y suspiro un poco de alivio cuando vio como este se arrodillaba y besaba la mano de la Emperatriz. Al menos sabía que la interacción de eso dos no podía cambiar.
«Autora agradezco que haya creado semejante hombre para esta historia porque sin Heinley, tal vez, no la hubiera leído.»
Al comprobar que el comienzo de sus personajes favoritos no cambio, se alejó aliviada del lugar.
Las clases con el barón Langte fueron disminuyendo cuando Faith se hartó que le estuvieran enseñando a leer y escribir cuando podía entender perfectamente lo que el barón Langte escribía en la hoja, por lo que tuvo que aparentar "aprender" rápido para no tener más esas innecesarias clases.
Días después cuando le mostro su escritura y lectura al barón Langte, el rostro de este era de completo desconcierto que en pocas clases pudiera leer y escribir como cualquier persona. Lo cual este la termino describiendo como una persona "hábil" por su "aprendizaje rápido".
Iluso.
Ahora únicamente le enseñaba los modales y etiqueta de la nobleza considerándolo muy útil.
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¿𝓢𝓮𝓻 𝓡𝓪𝓼𝓱𝓽𝓪? 𝓝𝓸, 𝓰𝓻𝓪𝓬𝓲𝓪𝓼
FanfictionFaith Eva Morris tenía su vida planeada, graduarse de la universidad, disfrutar su vida al máximo y si encontraba el amor, bienvenido sea. ¡Pero nadie le advirtió de la posibilidad de reencarnar en una novela coreana como "La emperatriz divorciada"...