♦ Dificultad

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Rashta camina por el pasillo de buen humor mientras iba directo a su habitación

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Rashta camina por el pasillo de buen humor mientras iba directo a su habitación. El banquete no había sido un desastre y ella no se topó con Sovieshu. Lo que menos quería era pasar toda la noche bailando con el emperador y cientos de ojos juzgándola.

—Lady Rashta —escucho la voz de Sarah.

—¿Sarah? —Faith miro a la mujer confundida—. ¿Paso algo?

—No —negó Sarah—. Me pareció raro que no estuviera aun en el banquete—. ¿Está bien? —pregunto preocupada.

Rashta sonrió conmovida por la preocupación de la mujer. Desde que la había ayudado con su hijo, Sarah se volvió una persona muy servicial y compresiva con ella. No se sentía juzgada por ser la concubina del emperador y estaba agradecía detener alguien, porque estaba llegando a un punto que comenzaba a hablar sola.

—Los bailes no son lo mío —admitió Faith.

—Aun así, el emperador pidió que estuviera ahí —menciono Sarah un poco extrañada por el comportamiento tranquilo de aquella jovencita de cabellos plateados.

—El emperador entenderá porque me fui —aseguro Faith esperando que la belleza de Rashta sirviera para algo—. ¿Y Henry?

—Él está en el establo con caballos —contestó Sarah—. Él trabaja allí ayudando a un hombre a cuidar de los caballos mientras que yo me encargo de estar en la cocina.

Luego de intercambiar algunas palabras, Sarah tenía que volver a la cocina ya que tenía mucho trabajo a causa del banquete mientras que Faith antes de volver a su habitación fue a los establos donde se encontraba Henry. El niño lo hacía recordar unos pocos a sus hermanos menores y eso la hacía sentirse en casa, necesitaba ese sentimiento de familiaridad de vez en cuando para soportar en un mundo que apenas conocía.

Se encontró con Henry fuera del establo sentando mirando el cielo nocturno. Le preocupaba un poco que un niño de siete años trabajara en un establo con caballo adultos y que en estos momentos estuviera solo le preocupaba a un más.

El niño sintió su presencia porque se dio vuelta.

—¡Lady Rashta! —saludo Henry efusivo.

—¿Cómo estas, pequeño guerrero? —pregunto Rashta sentándose al lado del niño.

—Mucho mejor —Henry hincho su pequeño pecho con orgullo—, gracias a que Lady Rashta me curo.

Faith inspecciono al niño, cabellos castaños, ojos inocentes, ese gesto de inflar el pecho con orgullo causo que un nudo apareciera en su garganta. Ethan y Nathan. Ellos dependían mucho de ella ya que sus padres eran médicos y trabajan hasta tarde cuando ellos dormían. Ella se encargaba cuidarlos en el día, darle de comer y arroparlos por las noches. Al conocer a Henry, veía mucho de los gemelos en él.

Luego estaban sus padres, sus abuelos y Andrea, quería volver a verlos y sentir la seguridad que le daban aquellas personas.

—Lady Rashta, ¿la ofendí? —el niño la miro preocupado—. ¡No llore! Prometo no hablar más.

¿𝓢𝓮𝓻 𝓡𝓪𝓼𝓱𝓽𝓪? 𝓝𝓸, 𝓰𝓻𝓪𝓬𝓲𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora