♦ Koshar

3.1K 460 91
                                    

La noticia que el Rey Occidental, Wharton III, había fallecido se esparció rápidamente por todo el Imperio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noticia que el Rey Occidental, Wharton III, había fallecido se esparció rápidamente por todo el Imperio.

Faith sintió algo de pena por la noticia, sobre todo por Heinley. Aunque sabía por la novela que el Príncipe Occidental y su hermano mayor no eran cercanos, y que nunca hubo competitividad por el trono. Aun así, sentía compasión, y no dejaba de ser su hermano y su familiar directo.

La última vez que hablo con Heinley fue cuando este menciono en la posibilidad de volver a su reino. Días después supo que este había partido para el Occidente, lo cual no era una sorpresa. Lo que parecía extraño es que como el rubio la había estado acosado esperaba que se despidiera de ella. Claro que eso no le molesto para nada, sobre todo, porque su relación era extraña. Ya que ella no lo consideraba una amistad y teniendo en cuenta que sabía los planes de Heinley consideraba que este la estaba usado de otra manera.

Como los momentos principales de la novela cambiaron, no sabía cómo estaba la relación de Heinley con Navier. Sospechaba que podría ser entre una amistad o una relación diplomática como los nobles importantes que eran, pero tampoco podía investigar mucho sin levantar sospechas. E intentar sacarle información al Duque Elgy era como lanzarse a un precipicio con los ojos vendados.

La joven de cabellos plateados estaba por acostarse a dormir, ya que era de noche. Se dirigió a la puerta del balcón para cerrarla, hasta que para su sorpresa a lo lejos diviso un ave azulada acercándose velozmente a ella.

—Que sorpresa enviaron al subordinado problemático de Reina —dijo ella con una sonrisa insinuante.

El ave azulada no la miro para nada feliz.

—Adivino... ¿Te envió el Príncipe Heinley?

La linda ave azulada asintió.

Rashta tomo la carta con cuidado que estaba atada en la pata del ave azulada. Cuando abrió la carta, el ave azulada se colocó a su lado con intención de leer la carta junto a ella.

Mi lady es la única amiga a la que puedo recurrir para reconfortarme.

Necesito que me consuele.

Tanto Rashta como el ave azulada fruncieron el ceño al leer lo último.

Luego la joven como el ave se miraron entre sí por unos segundos.

—¿Estás seguro que esta carta es para mí?

El ave azulada chillo en forma de afirmación.

Inmediatamente se adentró a la habitación y se dirigió al escritorio para responder aquella carta. Agarro una pluma y estuvo varios segundos sin saber que escribir.

Supe los de su hermano, mis condolencias.

No me considero una persona apta para dar palabras de consuelos.

¿𝓢𝓮𝓻 𝓡𝓪𝓼𝓱𝓽𝓪? 𝓝𝓸, 𝓰𝓻𝓪𝓬𝓲𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora