CAPITULO 10

894 110 47
                                        

Nadie pensaría que después de ese día nunca más nos volveríamos a hablar, que nos ignoraríamos porque no supimos sobrellevar lo que nos estaba pasando. Aun después de haber evitado que acabara con su vida, después de haber evitado perderlo, aun cuando nos juramos no dejarnos otra vez. No fue suficiente. Pensé que había encontrado mi paz. Abracé a alguien como nunca lo había hecho en mi vida y sentí la necesidad de quedarme en esos malditos brazos para siempre. Pero todo se fue tan rápido como llegó, se esfumó.

Volvimos a casa esa tarde y decidimos quedarnos juntos toda la noche. Cuando sentí el calor de sus brazos mientras dormía, pensé que todo estaría bien, que ya no sufriría más y que podríamos con esto. Buscaríamos las piezas que faltan y que ya no nos alejaríamos nunca más. Pero cuando desperté a la mañana siguiente, ya no estaba. Lo busqué todo el día y no fue hasta que lo vi besando a una chica en la entrada de la casa y luego ignorando mi presencia que entendí que todo había sido para nada. En ese momento, pude sentir cómo la capa de esperanza que había construido en mi corazón se quebró en miles de diminutos pedazos. Fue entonces que la luz que había habitado en mi interior durante este tiempo se apagó. Fue en ese instante que recordé por qué lo odio; lo hago porque no le importa en absoluto cuánto daño puede causar; solo actúa sin considerar lo que puede llevarse por el camino. Después de que me pidió disculpas tantas veces ese día, me di cuenta de que eran solo disculpas vacías. También entendí que no debería haberlo seguido ese día, porque nada de lo que demostró sentir fue real. Maldigo cada vez que me preocupe, aunque sea un segundo, por él. Cuando miro la cicatriz de mi mano, no puedo evitar sentirme inútil por haberme hecho daño por una persona como él.

Los primeros días pensé que regresaría, que estaba así por el impacto que producía todo esto, porque yo también estaba asustado, confundido y dolido. Pero ahora han pasado tres meses y, desde ese día, no hemos vuelto a cruzar palabra. Casi nunca está y cuando lo hace, y nos cruzamos en los pasillos, ya ni siquiera me dan ganas de verlo a la cara, no después de que me lanzó a la oscuridad otra vez. Pero cuando me pongo a pensar, no puedo creer que haya llegado a poner mi confianza en alguien como él, después de que me hizo sufrir años con sus malditos abusos y de saber lo podrido que está por dentro. Aun así, quise darle una oportunidad porque pensé que podría tener un lado cálido, como una persona normal, pero la vida me estrelló en la cara que no era así. Ahora me río de que en algún momento llegué a quererlo, de que en algún momento dejé mi orgullo y mi odio a un lado y decidí permitir que mi corazón lo quisiera. Pero no duele el hecho de que sea un hijo de puta que, después de humillarme, de mostrarme débil y de entregarle mis sentimientos en su más oscuro esplendor, él solo se haya reído en mi cara. No duele, porque fue la manera en la que la vida me enseñó que una persona que nace con el corazón podrido lo va a tener así siempre, no importa cuán lindo te pinte el mundo. Lo que realmente dolió y me hizo sentir culpable fue el hecho de que ese Jungkook, donde quiera que esté, debe estar tan triste al ver en la asquerosa persona que se ha convertido, después de que él fue una persona tan llena de luz y dispuesta a darlo todo por la persona que amaba, pero no le dieron tiempo para ser feliz. Me gustaría poder disculparme, pero cada vez que intento decírselo, no puedo por la obvia razón de que no puede escucharme.

Por mi parte, decidí aprovechar un poco más la vida, ya que he aprendido que te la pueden arrebatar en cualquier momento. He empezado a salir más de noche y no solo a centrarme en la universidad. Me he dado el lujo de faltar a la universidad cuando tengo resaca. He hecho muchos amigos en la discoteca a la que voy con Sana y, bueno, creo que con ella ya no somos solo amigos, porque los amigos no se besan cada vez que tienen oportunidad ni tampoco pasan la noche juntos. No tenemos una etiqueta, pero se podría decir que somos dos personas que se divierten. También empecé a usar mejor mi dinero; compré un penthouse no muy grande porque no me gusta exagerar, pero es bastante lindo. No quería llevar a mis amigos ni a Sana a casa; prefería mi propio espacio, uno para mí y mi nuevo yo. Lo que nunca he dejado de hacer es bailar; esa es mi verdadera vía de escape. Es el único momento en el que puedo decir que me siento completo y verdaderamente feliz. Pasé la audición y me eligieron; no puedo explicar lo lleno que me sentí ese día. En unos días me presentaré en uno de los actos de ballet más importantes del último tiempo; es lo que había estado esperando toda mi vida.

Atado a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora