Me levanté de su lado esa mañana, me fui dejándolo con la idea de que estaría ahí cuando despertara la mañana siguiente. Llegué a casa y hice la maleta para dejar todo atrás e irme para siempre, con el corazón hecho añicos. Me fui sabiendo el dolor que iba a causarle; quizás me odiaría para siempre, pero prefiero saber que me va a odiar a enterarme de que lo van a lastimar por mi culpa, que tenga que sufrir maltratos por estar conmigo. El dolor se le va a pasar en algún momento. Yo lo sé. Sé que va a poder volver a ser feliz y también sé que volveré a verlo algún día en otro lugar. Tal vez no nos conozcamos y olvidemos todo, pero vamos a volver a construir nuestra historia. Como dijimos una vez, encontraremos la vida a la que pertenecemos y en la que podamos, al fin, ser felices. Puede que no sea en la próxima, ni en la que sigue, pero vamos a encontrarla. Yo lo sé. Tendré que aprender a vivir en la oscuridad con el dolor. Tendré que aprender a vivir sintiendo que estoy muerto en vida.
Ahora estoy mirando por la ventana de este avión mientras las lágrimas caen por mi rostro, pensando en que ya debe haber encontrado mi carta y en lo destrozado que su corazón debe estar, recordando cada momento a su lado, sabiendo que ya no podré volver a sentir su calor, ni sus caricias, ni su olor, y que ya no podré volver a tenerlo cerca. Tendré que vivir con su recuerdo, con los recuerdos de todos los momentos a su lado, de cuando fui feliz.
Cuando llegué a mi destino, al pequeño pueblo llamado Colmar en Francia, donde estuve viviendo un tiempo en mi niñez, pude sentir la brisa de primavera al llegar allí. Eso liberó un poco mi pecho de la presión que estaba sintiendo. Decidí que conservaría el penthouse en Seúl; quería que él hiciera lo que quisiera con él. Aquí había comprado una linda casa, no exactamente en el centro, un poco más alejada. No quise una tan grande, al fin y al cabo, viviría solo. Cuando arreglé todo hace un par de días, fui a la universidad y cambié todo para estudiar en línea. Envié a remodelar la casa y supongo que ya está todo en orden. Espero que por aquí haya algún salón de baile, porque creo que en eso es lo único con lo que me distraeré para no hundirme.
Cuando abrí la puerta de ese lugar y me adentré en él, no pude seguir conteniendo las lágrimas. Me sentía tan vacío, sentía que mi corazón ya no latía. Empecé a sufrir un ataque de pánico, uno de esos que no me daban hace mucho. Me deslicé por la puerta hasta llegar al piso, cuando mis piernas ya no tenían fuerza. Podía sentir cómo perdía el aire poco a poco, cómo mi pecho se apretaba y mi garganta se cerraba. Me sentía tan desesperado, dolido y sin ganas de nada, mientras mi cuerpo temblaba, mi rostro se empapaba y perdía el aire. Solo cerré los ojos y me lo imaginé a él tomando mi mano, diciéndome que todo iba a estar bien mientras me envolvía en sus brazos. Imaginaba sus labios, que tan solo al tocar los míos me devolvían el aliento. Solo me dediqué a recordar y a sentir. Si no supiera que no está aquí, podría haber jurado que volví a sentir sus labios contra los míos y su voz que decía: 'Todo va a estar bien, mi angelito, aquí estoy'. Poco a poco empecé a controlar mi respiración y mi cuerpo dejó de temblar, pero cuando abrí los ojos y recordé que no estaba allí, volví a derrumbarme. Solo lloré mientras escondía la cabeza entre mis piernas. Va a ser difícil vivir así, solo con recuerdos, porque lo extraño tanto que me duele el estómago al saber que no lo voy a volver a ver, y eso desgarra cada parte de mi alma. Desde que me separé de sus brazos, mi corazón dejó de latir. Solo quiero que esta vida pase rápido para que él vuelva por mí.
Luego de calmarme, me levanté para ordenar mis cosas porque quería darme una ducha. Aunque no quería, las lágrimas seguían recorriendo mi rostro y no podía hacer que dejaran de salir. Cuando me metí bajo la regadera y sentí el agua caliente recorrer mi cuerpo, me hizo sentir en paz por un momento al imaginar que eran sus manos las que me llenaban de caricias. Después de eso, solo quería dormir. Ni siquiera tuve ánimos de recorrer la casa ni de ver si todo estaba en orden; en verdad, me daba igual. Me metí entre las suaves sábanas y me di vueltas en la cama por horas porque no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, los veía a ellos una y otra vez. Después de un rato, decidí levantarme y sacar de mis cosas algo que no quería necesitar. Saqué de mi maleta una de sus camisetas, que olía a él, y la puse en la almohada que estaba a mi lado para abrazarla después. Cerré mis ojos apenas apoyé mi cabeza en aquella almohada, mientras se llenaban de lágrimas cuando su olor invadió mis sentidos.
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Atado a ti
FanfictionCrecer juntos y no llevarse bien es común entre hermanastros. Jeon Jungkook un chico de 21 años, egocéntrico, rebelde y no muy querido por la alta sociedad, conocido por ser problemático y la rivalidad con su hermano no es algo que esconda, se encar...