CAPITULO 5

1K 130 31
                                        

Estaba teniendo una pesadilla horrible, más horrible que de costumbre. Sentía la muerte cerca. Pude ver cómo se llevaban el cuerpo de alguien en el mismo accidente que antes había soñado. Solo me quedaba pensar que el cuerpo que llevaban cubierto en una camilla era el de Jungkook. Pero en mi sueño también hubo un sonido de disparo, algo que, por supuesto, me exaltó. Se oían gritos de alguien que tenía el alma desgarrada, que estaba muerto en vida porque le arrebataron lo que lo ayudaba a respirar. Sentía que alguien me pedía ayuda con todas sus fuerzas, me decía que no podía perderlo, pero no podía entender a qué se refería.

A lo lejos se escuchaba una voz que se parecía mucho a la de Jeon. Era un bucle de tiempo que no se detenía; las escenas volvían a repetirse una y otra vez. Ya no quería seguir escuchando, ya no quería seguir viendo. Quería llorar, quería gritar de desesperación. ¿Por qué no podía abrir los malditos ojos? Las imágenes no dejaban de repetirse. Sonó el estruendo y el grito más fuerte y doloroso que he escuchado en mi vida. El grito decía: ¡No puedes dejarlo ir! Fue lo que me hizo, sin siquiera abrir los ojos, aferrarme a algo. Mi cuerpo se guió solo y, de pronto, sentí un calor que nunca en mi vida había sentido. Su aroma me hacía sentir que al fin podía respirar. Estaba temblando, pero cuando sus brazos me rodearon, me sentí tranquilo. Me aferré con fuerza, como si quisiera que nunca se fuera. Me hacía sentir seguro, me hacía sentir que nunca más tendría pesadillas. Por primera vez en la vida, me sentí completo y en paz; sentí que al fin se llenó el hueco y que tengo lo que había perdido. Tengo lo que, por alguna razón, había buscado toda mi vida sin siquiera saber qué era, porque antes de este momento siempre me había sentido vacío.

No sabía quién era, ni sabía por qué me sentía tan aliviado por su llegada; al fin sentía que podía descansar de la búsqueda que inconscientemente había realizado mi corazón toda mi vida. Las lágrimas corrían por mi rostro. No quería abrir los ojos, no quería soltarlo porque sentía que, si lo hacía, se iría para siempre otra vez, que volvería a dejarme solo. No quería salir del primer dulce sueño que he tenido en mi vida; solo podía aferrarme con toda la fuerza porque no quería volver a sentirme solo, vacío, no quería volver a sufrir.

Nos quedamos así por un buen rato. No quería levantar la mirada para saber de quién se trataba, quién me hizo sentir esto y por qué. No sé si era porque no quería saberlo o si tenía miedo, no lo sé. Pero llegó la hora en la que decidimos romper el abrazo y, cuando abrí los ojos, que aún veían un poco borrosos por tanto llorar, me di cuenta de que era Jungkook. Sentí cómo mi cara se deformó de un momento a otro. ¿Pero qué es todo esto? ¿Por qué él?

No sabía qué hacer, me quedé petrificado en mi lugar y él tampoco hizo ni siquiera un movimiento; solo nos mirábamos fijamente y podría jurar que teníamos la misma expresión en ese momento. Sus ojos estaban hinchados por haber llorado. No sé qué decirle, cómo explicar lo que acaba de pasar. En verdad, no lo sé. No sé si fue por la medicina o por lo que había vivido hace un momento, pero todas esas cosas pasaron por mi cabeza. Iba a hablar para intentar arreglarlo un poco, pero él se adelantó, cosa que agradezco, porque en verdad no sé cómo explicar lo que acaba de pasar.

-Bueno... ¿estás bien? -¿Por qué no salió con una de sus tonterías de siempre y se burló de mí por lo que me pasó y lo que acabo de hacer?

-Sí, estoy bien, solo colapsé por el estrés, pero estaré bien. -Estaba intentando escucharme lo más seguro que podía en ese momento; esto es tan extraño que me pone nervioso. -Perdón por lo de antes, fue por la pesadilla, no quería incomodarte. -Estaba mirando mis manos, que inconscientemente estaban jugando con el borde de la sábana.

-Si está bien, no diré nada sobre eso, ni me burlaré tampoco, así que no entres en pánico.- Subí un poco la mirada y me crucé con sus ojos.

- Pues gracias, supongo, por quedarte aquí a pesar de todo. -Le di una pequeña sonrisa que, por alguna extraña razón, me devolvió. -¿Qué mierda fue todo esto? -Lo susurré, pero aun así logró oírme.

Atado a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora