4:00

8 5 0
                                    


Sentí una pesadez desconocida.

Mi cuerpo daba vueltas, y en mis ojos se registraba una gélida quietud.

Antes podría haber jurado que gritaría, que no dejaría a nadie ponerme un dedo encima.

Pero ocurrió lo último que imaginé.

Irónicamente mis vellos se erizaron cómo reacción a mi eterno descansar.

Lo dilatadas que estaban mis pupilas decían una sola cosa.

Y un rato después estaba pestañeando con tanta lentitud que vi borroso.

Por mi frente se escurrió un fino hilo caliente, tardó poco en enfriarse.

Lo hueca que me encontraba me resultó imposible, y muy placentero.

¿Así se sentirá en verdad?

Espero que sea cierto.

Espacios en BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora