Arreglo de...

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¿Sería el desconocimiento un aval suficiente para que lo que supone que seguía?

¿Sería el ronroneo el impulso que quería para así saltar al vacío?

La normalidad tenía las patas mirando al cielo, y las complicaciones extras no entraban en la operación. Y ni mis fuerzas ni yo teníamos en nuestros planes sumarle otra.

Mi deseo era poseer un esbozo, pero aún era una hoja en blanco. Una que buscaba cuando la otra no aparecía. Al encontrarla, me miraba, era tibia y fría. Tanto como para hacerme tambalear.

Y ya las primeras líneas se había trazado por sí mismas.

Pero tenía algo en mi posesión. Ya habías dejado algo distinto en mí. Retroceder estando a la orilla de la piscina era complicado. No quería sumergirme, todavía no sabía nadar, sin embargo, sabía que el agua turbia me bastaría para ir hacia ella.

Mis ideas eran confusas, no sabía si era real, o ambulante.

La claridad pudo llegar a mí en un instante impreciso, en forma de pensamiento filoso.

Atrevido e inconforme, vívidos y en presencia de color con atención en zona de preámbulo. Logré saberlo, y ya era imposible dudarlo, e incluso una chispa se desvivía en mi lengua ante la mínima impresión de mi nombre.

Bastaba con pensarlo. Saboreaba el hecho de que, aunque sonara sin sentido, sentía en el pecho algo que terminaba de formarse y quería crecer.

Había nacido en su pura y sencilla expresión que me gustabas. Y la simpleza ya había salido corriendo del esbozo.

11:44 p.m.
15/11/22

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