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El placer de recordar como ondea por el espeso bosque, su manera de apegarse a su sentidos. Reverberando en mi pálida habitación.

No olvides que aquí te estaré esperando.

Que el calor suba por vientre, se arraigue en tu pecho, y hagas memoria, porque yo percibimos lo mismo.

El tono sensato de un dedo rozando tus labios. Ahora que recuerdo, caer hacia el abismo nunca había sido tan grato.

Con la certeza de tu nido falto de enredaderas, no son necesarias para anclarme a tus cadenas.

Cuando nos absorbe la llama de la vela, podemos ser la cera derretida en la madera.

Espacios en BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora