Impacto Deductivo

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Con cada ciclo que se cierra, inicia uno nuevo.

El cielo sigue deslumbrando con sus maravillosas andanzas, igual que el sol, quien se las apaña para otorgarles sutiles pinceladas cargadas de serenidad apreciativa.

El flujo natural consta de circunstancias cíclicas, repetibles, y con posibilidad de edición bajo un contexto amigable.

La afabilidad de subir, de elevar, de subrogar el contador, no solo constituye un nivel apabullado de matices reciclados, sino que tiene la capacidad de volcar la atención en conductos desconocidos.

Podría decirse que la gracia cíclica subyace en que, sin importar lo que suceda, se repetirá. El ojo estoico lo tomaría como una oportunidad. El ojo cegado por luces brillantes se aburriría por la nula novedad del suceso.

O por el contrario, con ánimos fluctuantes que se esfuerzan por ser pragmáticos, sería una circunstancia poco novedosa que podría ofrecer algo.

Rodeando y acechando este suceso, siempre habrá algo distinto. Una veces imperceptibles, otras lo suficientemente distintivas como para percibir el contraste de la vida.

Sea de la forma que sea, está bien que suceda.

Está bien que fluya según los factores que la afectan.

Está permitido que esté correlacionado con aquello que ya no compone el momento.

Muchas cosas están bien.

Muchas cosas están mal.

Congracia con la sensación de inferir.

Canaliza la presión de la atención que forma parte del motor que incendia el miedo y aviva el valor.

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