La Verdad

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  Aclararé que no me preguntarás nada, harás de cuenta que este mensaje fue solo un error inevitable. Pero, si quiero algo: que lo pienses.

Daré por sentado que no lo leíste o que se perdió por la internet.

  Sé que estás molesta por mis arrebatos de rabia, sabes la razón, estás casada con dicha razón.

Él creerá qué lo que digo es cierto y que lo trato mal porque quiero. No es sólo eso, sabes cómo me trata, sabes cómo lo trato. Lo único que sé hacer es seguir peleando o esperar a que llegue la hora de dormir parar llorar en silencio.

Quizás lo veas como una tontería, pero no lo siento de ese modo. He estado un buen rato pensando que hacer y aquí estoy, contándote todo lo que siento.
Sus palabras me hieren.
No pretendo que le digas, solo te manifiesto el porqué de mi mal humor.

  Malo es que a mí me duelan sus palabras, que cuando me afecta soy incapaz de decir que es por eso. Hieres mi pequeño corazón, la opinión de ellos me es irrelevante. No entiendes todo eso que sale de tu cabeza lo expresas en voz alta, es desgarrador querer hablar y que lo que anhelas dar a entender, se atasque en tu garganta. Arde, quema, es un jodido nudo que intento deshacer, pero solo puedo llorar.

Esto no es un escrito, así me siento. Trato mal al resto, pero no los quiero, él quiere que yo los ame y estoy renuente, mi moral se fue de vacaciones, sin esperanza de volver.

No me importa lo que ellos opinen de mi, son solo una multiplicación por cero, carecen de valor. Dice que no me gustaría que mis amigos me tratasen de ese modo, es cierto... No me agradaría. Pero, existe una diferencia, yo los elegí a ellos, me encuentro en constante aprendizaje, debo tratarlos bien, sin perder mi toque ácido. Ellos comparten un lazo conmigo, lazo que jamás desearía tener con personas que llamo "familia".

¿Malagradecida? Lo acepto, si lo soy.

Lo que en realidad quiero es que le deje de importar, que ya no me moleste, no he hecho nada malo y ellos no han hecho un buen trabajo para ganarse mi cariño. Un punto neutro estaría bien, pero no lo diré, aún no quiero atarme una soga al cuello.

Espacios en BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora