muere

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Cada vez que creo que voy a morir, rezo.
Mi ímpetu religioso mengua con cada año que pasa, mas aquella inmensidad umbrosa inspira en mí una confianza coagulada.

No se detiene, cual retorcijón en cama vieja.
Preserva la hinchazón que absorbe mi visión en noche nueva.
Charlo, queriendo creer que con un ser superior.
Será imposible saberlo.

En mi estómago rumiante la querella se carcajea de mi sabor placebo.
Haciéndose deleite y temor al deceso inminente.

Casa ajena. Cuchillo mío.

Sisearon las veces que sus sucias gargantas se los permitieron mientras que de sus bocas emulsionaba sangre: muere, muere, muere...

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