[OBRA TERMINADA]
Una deidad atrapada en el cuerpo de un canino, se acerca con el propósito de liberar su alma a un ser demoníaco capaz de hacer que recupere su cuerpo. Pero para desgracia de Lan Wangji, ese cultivador demoníaco le teme con brutalida...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Castigo
Wei Wuixian quería quedarse a su lado, estar seguro de que estaría bien. Pero quizá Lan Xichen tenía razón.
Cuando levantó se mirada nuevamente escuchó un aterrador grito al otro lado de la plaza. Jiang Fengmian y Madan Yu habian sido atravesados por la espada de un podrido cadaver andante, al mismo tiempo, tomándolos desprevenidos y acabando con sus vidas de manera brutal. El grito que había escuchado era originario de la desgarrada garganta de Jiang Cheng, que por todos los medios trataba de proteger a su hermana de los cadáveres.
-¡Wei Wuxian! ¡dijiste que todo iba a estar bien! -, soltó dejando que su cuerpo cayera al suelo junto a su hermana, ambos habían visto como sus padres eran atravesados por el filo de una espada, antes de eso; Mandan Yu se encargó de entregarle a su querido hijo el anillo que ahora lo reconocia como su dueño.
Wei Wuixian quiso correr a ellos, pero fue detenido por un dolor incesante en su pecho. Lan Xichen había clavado silenciosamente su espada en él.
No tuvo oportunidad de escapar.
Cuando perdió la conciencia y sin poder defenderse, Lan Qiren lo llevó junto a Lan Wangji a los cielos; una vez su sobrino recuperó su estabilidad espiritual.
Cuando los cielos se enteraron de que uno de los dioses que había sido enviado al reino humano para proteger a estos, había desafiado contra viento y marea las reglas establecidas y había dado su corazón a un humano. Ese día realmente los cielos y la tierra temblaron, y un suspiro escapó de ellos; las puertas de los cielos se abrieron después de permanecer cerradas por miles de años, dejando a los cultivadores viejos y nuevos con la boca abierta.
Lan Wangji no puso resistencia y ascendió al cielo entre nubes mágicas y relámpagos tenebrosos. Los cielos lo recibieron con una cadena alrededor de las muñecas y un baño de agua congelada específicamente para castigar a dioses rebeldes. No era la primera vez que un dios tenía el atrevimiento de amar y defender a toda costa un mortal, sin embargo, contra todo pronóstico; nadie esperaba que el próximo dios rebelde fuera el mismísimo Lan Wangji.
Un dios adorado entre los dos mundos, respetado en el cielo y alabado en la tierra. Un justo dios celestial que había bajado a la tierra a impartir justicia y que había regresado a los cielos con la cabeza baja y las manos encadenadas.
Una vez estuvo completamente dentro de los cielos, se cerraron las puertas impidiendo a cualquier ser que vagara por el lugar entrar. Y de nuevo, el suelo volvió a temblar y poco a poco los relámpagos se alejaron dejando el cielo en paz. Cuando Lan Wangji levantó la mirada volvió a ver después de tanto tiempo el hermoso palacio hecho de jade blanco, grandes pabellones y quioscos protegidos con nubes inmortales que se enroscaban alrededor, junto a aves blancas agitando sus alas. No diría que extrañaba el cielo, porque había encontrado una razón para querer quedarse en la tierra; y esa razón probablemente estaba en algún lugar de este mismo lugar siendo castigado.