Capítulo 30: Sacrificios.

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Castigo

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Castigo

Cuando despertó, percibió en sus fosas nasales el olor característico de la lluvia, junto a un relajante aroma a jazmín, y una inusual calidez a su alrededor.

—Joven amo Lan, por fin despertó —, escuchó una voz distorsionada que en un inicio no puedo reconocer.

Después de escupir todo ese asqueroso líquido desconocido, y escuchar una discusión lejana que parecía no detenerse, no tuvo fuerzas para seguir a Wei Wuxian; pronto su visión se tornó borrosa y tuvo la necesidad de cerrar los ojos.

Lo primero que llegó a su mente fue un joven de pelo oscuro y cinta roja, con quien tenia la intensión de hablar. Al reconocer a la persona que había hablado, frente a él un Wen Ning que sostenía en sus manos una pequeña taza, de donde provenia el agradable olor.

—¿Dónde... esta Wei Ying? —, logró decir. Su cuerpo humano no podía hacer más que  levantarse un poco, tendría que acostumbrarse a las nuevas sensaciones.

Un dios no tenia apetito, su existencia era alimentada por la energía espiritual, así que le fue extremadamente extraño el eco que producía su estómago, parecia que guardaba algún animal feroz dentro, no dejaba de hacer ruido. Un dios no podía sentir dolor, a menos que fuera castigado y privado de sus poderes y privilegios; y la aflicción que sentía en todas partes de su cuerpo era insólito. Estaba tan acostumbrado a ser un ser inmortal, que ahora, en un cuerpo semi humano no tenía el control de su propio ser.

—El maestro Wei... no esta de muy buen humor —, respondió acercándose para poder dejar la taza de jazmín. Lan Wangji miró a su alrededor, no había más que rocas y un extraño lago de laba que desendia desde el punto más alto hasta las últimas rocas, de ahí provenia esa intensa calor —, Joven amo Lan, por favor descanse.

Al escuchar que Wei Ying no se encontraba en la mejor disposición, dejó de intentar levantarse.

Conocia a Wei Wuxian desde que este tenia mocos en la nariz y le traía regalos singulares; en una ocasión le llevó a sus aposentos una especie de ave negra que el mismo habia cazado, creyendo que Lan Wangji era el tipo de dios que recibia sacrificios. El pequeño había crecido con una bella sonrisa plasmada en rostro y era inusual que llegara a estar de mal humor; por lo que muy pocas veces se enfrentó al la terquedad de Wei Wuxian.

—Joven amo... permita que cure sus heridas, y-yo —, tartamudeó mientras sus manos acercaban un pedazo mal cortado de tela y tratando de ser delicado, intentó tocar la piel herida. Sin embargo, Lan Wangji no permitió que un humano tuviera tal contacto. Parecía que aun herido y en un mal estado, conservaba su preferencia por el distanciamiento.

Debido a la lluvia, el clima habia cambiado a un irregular frío que solo era calmado con el calor que desprendia el lago de laba; Wei Wuxian tenia muchos asuntos que reflexionar, tantos que su cabeza daba vueltas sin permitir que pensara con claridad. Como primera instancia, Lan Wangji había regresado a la tierra de una manera sorprendente; en el cuerpo de un perro, atado a él una extraña maldición en su cuerpo humano, y ahora no solo tendría que enfrentarse a su mayor miedo; también tenía que darle cara a los sentimientos del pasado, algo que había prolongando lo máximo posible.

El castigo de Lan Wangji| WangXian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora