capítulo 1.

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La segunda guerra había terminado, la paz regresaba al mundo mágico y sus habitantes. El trío de oro y compañía había ganado más reconocimiento y se les denominó como salvadores; después de aquello, Harry y Ron no volvieron a Hogwarts para culminar sus estudios ya que se les había ofrecido el trabajo de aurores, Hermione si regresó, el ambiente había sido diferente debido a la vigila en la que tenían a Bellatrix Lestrange; si bien, terminó siendo aliada al final, se desconocían sus motivos y Hermione no podía dejar de pensar en que todos eran unos tontos al creerle, nunca dejó de pensar que algo podía llegar a tramar por su cuenta. Sin embargo, la castaña no le dió más vueltas al asunto durante sus últimos momentos en aquella escuela, no debía debilitar su brillante mente en las ideas de una mortífaga, ni siquiera tenía idea de donde había salido tanto interés.

Y ni hablar de Madame Lestrange, quien terminó aceptando contribuir a Hogwarts con sus conocimientos, al inicio la idea no le parecía del todo pero prefería eso antes que volver a Azkaban a terminar de pudrirse. No sabía como lograría simpatizar con los alumnos que no fueran puros de sangre, pero ya tendría tiempo para ello, Bella no paraba de cuestionarse el por qué le pidieron dar clases y no hacer alguna otra cosa, después de todo fue la mortífaga que estuvo durante muchos años en el lado oscuro y así mismo la seguidora más fiel del imbécil al que llegó a amar por mucho tiempo, estaba loca y había cometido muchas estupideces ¿Cómo podían haberle confiado un cargo tan así? Sin embargo, trató de meditar, por primera vez en su vida tuvo iniciativa de tener respeto hacia los demás así fueran sangre sucias, ya vendría lo positivo de su nuevo cargo; mientras, se concentraría en no volverse loca en su tiempo de observación, agradecía que podía conversar mediante cartas con su marido Rodolphus, quien antes de la segunda guerra se había retirado de las tropas del señor oscuro y había desaparecido hacia un lugar desconocido porque según "alguien le abrió los ojos" y lo hizo cambiar para bien; por supuesto que Bellatrix se burló de él hasta el cansancio y todavía lo hacía, pero comenzaba a pensar que él podría ayudarle a ser menos cruel, muy en el fondo de su alma, se sentía feliz por él; quizás no lo amaba como su pareja y compañero de vida, pero si como un amigo, el único después de todo.











Agosto de 1999

Ronald Weasley actualmente mantenía una relación sentimental con su adorada Hermione, pero esta últimamente estaba muy extraña, vivían juntos pero parecía que estaba solo pues ella cada vez estaba más distante. Ron siempre pensaba que podría ser muy tonto, pero no lo suficiente como para no notar las actitudes de la castaña, por lo que decidió tener valor de hablarlo con ella, esperando no discutir. Se adentró a la cocina antes de ir a trabajar, y se acercó a la mesa, viendo como Hermione se encontraba haciendo desayuno; le dolía saber que la estaba perdiendo, pero después de todo así podía llegar a ser la vida y ya no quería ser tan egoísta con su adorada Her, al igual que tampoco una carga, pues eso fue desde que se conocieron.

– Hermione.. –habló, haciendo reaccionar a la susodicha.

– Buenos días Ron, ¿Pasa algo?  –preguntó Hermione, dándose la vuelta para mirarlo.

El pelirrojo sólo le indicó que se sentara, la castaña le miró con cierta extrañeza pero aún así tomó asiento frente suyo, Ron le tomó ambas manos y las besó suavemente; Hermione ante el tacto sólo se retorció un poco pero se dispuso a mirarlo, tenía cierta impaciencia en ese momento y quería saber lo que estaba pensando su novio.

– Herms, no quería decir nada por temor a hacerte enojar... Pero quiero saber ¿Qué está pasando? Has estado muy rara conmigo, parece que estoy solo, más bien así me siento, te has vuelto muy distante conmigo y yo... Sólo quería saber que pasa, perdón si llego a molestar. –dijo, Hermione sólo se dedicó a mirarlo con calidez, ahora ella tomando sus manos

𝐆𝐎𝐋𝐃𝐄𝐍 | 𝘉𝘦𝘭𝘭𝘢𝘮𝘪𝘰𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora