capítulo 4.

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– ¿Entonces me vas a ayudar con la sangre sucia? –preguntó una emocionada Bellatrix.

– Si Bella, y de ahora en adelante no la llames así. Intenta tratarla aunque sea como Granger. – respondió Rodolphus.

– Espero todo salga bien, Rody, mañana empiezan las clases y no sé que haré con los alumnos. Todavía me cuestiono el motivo de ponerme a mi como profesora ¡Soy una loca, psicópata! De paso impaciente, un niñato que haga un comentario estúpido me haría enojar y no dudaría en lanzarle un crucio.

Bellatrix no podía dejar de quejarse al respecto, maldecía internamente a Dumbledore por escogerla a ella, definitivamente había más opciones para hacerla pagar por sus estupideces. Pero por otro lado le aliviaba saber que no volvería a Azkaban.

– Narcissa va a matarte por no respetar las creencias de tu familia y tener atracción de una sangre sucia, tienes la suerte de que Andrómeda no tiene esos prejuicios. –recalcó el Lestrange, burlándose un poco de Bellatrix.

– Y que lo digas, pero ya será después, por ahora no tiene cabeza para pensar en otra cosa más que en el bienestar de Draco que simplemente desapareció de la nada.

Ambos siguieron conversando un poco más en aquella biblioteca, al no haber alumnado aún todo estaba tranquilo y solitario, Bellatrix disfrutaba completamente de la compañía de su esposo, futuro ex si las cosas salían bien; no podía dejar de pensar en lo mucho que su vida había cambiado en un año, sin duda fue una idiota pero poco a poco podía mejorar, quizás lo loca nunca se le quitaría, sin embargo podía mejorar otros aspectos para ganar la confianza de las personas. Bella tenía el problema de ser una insensible ante los problemas ajenos, y por ende las personas no podían confiar en ella, pero muy en el fondo lograba sentir algo, y se daba cuenta de que definitivamente aún tenía sentimientos, no se hubiera dado cuenta de ello sin la presencia de Granger en su vida.







Hermione por su parte ya se encontraba en su oficina, estaba acomodando sus pertenencias cuando en ese preciso momento se encontró con una caja cuyo nombre era el de la mujer que "detestaba". Bufó y posteriormente rodó los ojos, no entendía que hacían en su oficina algunas de las pertenencias de la duelista; no le quedó de otra y tomó la caja, salió de la oficina y comenzó a caminar por los pasillos en busca de Bellatrix.

Pasaron unos quince minutos, no había estado en su oficina por lo que siguió buscando, hasta que pasó por la biblioteca y escuchó una voz femenina y otra masculina, fue fácil reconocer la primera que era de Bellatrix, la segunda no la conocía para nada. Sin dudarlo, se adentró y comenzó a buscar; las voces cada vez se hacían más audibles, hasta que se encontró con aquella escena: Bellatrix recostada sobre las piernas de un hombre desconocido que estaba sentado en el sofá. Para Granger fue extraño, no se atrevía a preguntar, por lo que sólo carraspeó y al tener la atención necesaria, simplemente alzó la caja dejándola ver con todo y el nombre de su dueña.

– ¡Vaya! No sé como habrá llegado esa caja a tu oficina, pero da igual pequeña sangre sucia, ahora dámela. –ordenó Bellatrix, por su parte, Rodolphus sólo se golpeaba la frente con la palma de la mano debido a aquella respuesta.

– Si, la verdad no me importa, ten tu caja, perra loca. –se defendió la castaña, dejando la caja en el suelo.

Rodolphus no sabía que hacer para matar aquella incómoda charla, por lo que echó a andar su imaginación unos segundos, hasta que sonrió y movió a Bella, se levantó y se acercó a Hermione quien no dudó en retroceder con cierto miedo, el cual no demostraba, era una Gryffindor y no se dejaría humillar. Para su sorpresa, vió al hombre extenderle la mano y sonreírle, Hermione simplemente hizo un gesto de extrañeza, estrechando aquella mano con duda.

𝐆𝐎𝐋𝐃𝐄𝐍 | 𝘉𝘦𝘭𝘭𝘢𝘮𝘪𝘰𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora