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Pasaron apenas unos minutos cuando Jimin vio al pelinegro bajar por las escaleras al pelinegro y, honestamente, decir que estaba sorprendido era poco.

El hombre frente a él se había recogido el pelo en una coleta, dejando algunos mechones rebeldes cayendo a los costados de su rostro; vestía una camisa blanca suelta, que dejaba ver parte de su pecho, así como unos pantalones de vestir negros, lo suficientemente gastados para ser usados en esta situación. Debía reconocer que era un joven muy apuesto.

Si fuera una chica, definitivamente me gustaría casarme con ese hombre. Pensó, pero casi tan pronto como apareció esa idea la desechó, pues apenas conocía al hombre y, además, era demasiado descabellado que dos hombres estuvieran juntos de manera romántica según las normas.

- ¿Estás listo? -. Le preguntó, sacándolo de sus pensamientos.

- ¿Qué debo hacer? -. Preguntó poniéndose de pie.

- Sólo sé tú mismo, acomódate donde quieras y sé lo más natural posible.

¿Lo más natural posible? ¿Cómo siquiera haría eso? En todo el tiempo que había trabajado con el señor Kim, este siempre le decía qué hacer, cómo posar, hacia donde mirar, que ahora se le complicaba demasiado la petición del pelinegro. Se quedó en blanco, en medio de la habitación pensando qué podría hacer para verse "natural".

Jungkook notó su desconcierto y le pareció tierna aquella conducta.

- Con Taehyung no era así, ¿cierto? -. Recibió un movimiento de cabeza como respuesta.- Mmh, entiendo. ¿Qué te parece si, por hoy, suspendemos la sesión de pintura?

- ¿Entonces a qué hemos venido hasta aquí?

- Podemos conocernos más, tal vez eso haga que entres en confianza y te sea más fácil posar con naturalidad.

El rubio lo pensó por unos segundos, no parecía una mala idea; sin embargo, se ponía nervioso por tener que hablar con el pelinegro sobre algo que no fuera trabajo, pero finalmente cedió ante su pedido.

Jungkook se acercó a él e hizo que ambos se sentaran en el sofá donde antes estaba el rubio, sintiendo la ligera tensión que el silencio generaba entre ellos, pero lo que le sorprendió fue que Jimin hiciera la primera pregunta:

- ¿Está casado, señor Jeon?

La pregunta tomó por sorpresa al pintor, sin embargo no tardó demasiado en contestarle al chico frente a él.

- No, no estoy casado. Y, por favor, llámame por mi nombre.

- Es una lástima, eres demasiado apuesto que juraría que tendrías una linda esposa -. Esta vez hizo caso y dejó de lado las formalidades, cosa que hizo sonreír al pelinegro, además del halago que había recibido.

- Podría decirte lo mismo, eres el hombre más bello que he visto y sería una sorpresa que no estés casado, o comprometido al menos.

- No creo que sea lo mejor para mí en este momento.

- ¿Por qué lo dices? -. Y en ese momento Jimin se arrepintió ligeramente de haber llevado la conversación por ese camino, pero decidió que era justo contárselo.

- No quiero que esa persona esté a la sombra de los malos comentarios que recibo constantemente. Si alguien debe lidiar con ello, soy yo solamente; no haré que alguien más cargue con eso.

- Entiendo... ¿pero qué comentarios negativos puede recibir alguien tan maravilloso como tú?

- Apenas nos conocemos, Jungkook. ¿Recuerdas las palabras que te dije hace unos minutos antes de entrar aquí?

- Las recuerdo, pero...

- Con el tiempo verás porqué las dije. ¿Tú por qué no estás casado o comprometido?

- Podría decirse que por la misma razón que tú, ya sabes, no tengo muy buena reputación. Además que no he encontrado a esa persona, ¿entiendes?

- Lo entiendo... -. Soltó un débil suspiro, que esperaba que el contrario no hubiera escuchado.

- ¿Puedo... preguntar algo tal vez descabellado?

- Claro -. Le miraba fijamente al rostro, perdiéndose en cada detalle: sus grandes ojos que brillaban en cada momento, sus labios finos, la línea marcada de su quijada, incluso en el lunar debajo de su boca.

- ¿Crees que... crees que dos hombres pueden estar juntos? -. El pelinegro mantenía su mirada fija en su regazo, mientras jugaba con sus manos, en señal de vergüenza. Jimin entendió perfectamente la pregunta, pero quiso estar seguro.

- ¿A qué te refieres exactamente?

- Sí, juntos. Ya sabes... como una pareja normal -. Cada cierto tiempo miraba de reojo al rubio, pero sin mantener contacto visual.

- Pero qué clase de preguntas haces, Jungkook. Por supuesto que no, nuestro deber como hombres es contraer matrimonio con una mujer.

- Eso lo sé, pero... ¿y si no quisiera que fuera así? -. Finalmente se atrevió a mirarle a los ojos.

- No sé de dónde sacas semejantes ideas, pero debes dejarlas. Tienes suerte que no vaya a decir nada o...

- ¿O qué? ¿Crees que no sé lo que les pasa a esos hombres? -. Un largo silencio se instaló entre ellos, silencio en el que ambos se miraban fijamente intentando descifrar al contrario.- En cualquier caso, ¿por qué no me delatarás? Es lo correcto, ¿no? -. Jimin se quedó en silencio, pensando cuál sería la respuesta ideal para darle, pero no se le ocurrió nada en el momento.- A menos que seas como yo...

- ¿De qué estás hablando? Yo no soy... como tú.

- Claro, por eso no te has comprometido a tus... ¿24?

- Tengo 22, y no, no es por eso que no me...

- No podrás usar ese discurso toda la vida, lo sabes ¿verdad? -. De nuevo Jimin se quedó callado, sintiéndose acorralado como nunca antes; pero de alguna forma, las palabras siguientes le dieron alivio:- Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo -. Y le ofreció su dedo meñique.

- ¿No es muy infantil eso? -. Preguntó el rubio señalando con la mirada el meñique frente a él.

- ¿Y qué? -. Se encogió de hombros.- Nadie tiene que saberlo tampoco. Lo que pase aquí será cosa de nosotros dos -. Y le sonrió como nunca antes, mostrando sus dientes de conejo y con pliegues arremolinándose alrededor de sus ojos.

Jimin juró desfallecer ante esa sonrisa, pero fue lo suficientemente fuerte para no demostrarlo. Unió su meñique con el otro, uniendo así su promesa.

- Tu meñique es muy pequeño, Jimin -. Dijo el pelinegro sin borrar esa sonrisa de su rostro.

Por favor no me sonrías de esa manera o vas a matarme. Pensó el rubio, pero casi al instante de ese pensamiento una sonrisa resplandeciente se formó en su rostro.

Si iba a morir, sería un honor que fuera en compañía de ese pintor.

El Retrato de tus ojos (Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora