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Alrededor de 2 horas más tarde, decidieron que sería mejor regresar a la ciudad, pues pronto sería la hora del almuerzo y era obvio que ambos estaban hambrientos. La verdad es que pasaron un rato ameno después de aquella charla, y Jimin lo agradecía porque no sabía qué haría si las cosas se tornaran tensas entre ellos; aunque también internamente agradecía que la conversación tomase ese rumbo, sentía que por fin podía ser libremente él mismo ya que el pintor no lo juzgaría por ello, al contrario, lo comprendía.

Les faltaban algunos metros para llegar a la entrada de la ciudad, Jimin estaba enganchado al brazo del pelinegro, justamente igual que en el camino de ida a la cabaña, pero al ver el letrero que anunciaba su llegada se separó del pintor, quien lo miró extrañado.

- Lo siento, aún no me acostumbro a esto y no quiero que pasemos un mal rato -. Le dijo de manera sincera mirándole fijamente y dedicándole una pequeña sonrisa triste que no llegaba a sus ojos.

Jungkook lo comprendió y suavizó sus facciones, retomando así su ruta hacia algún restaurante donde pudiesen comer algo. Encontraron un lugar un tanto alejado del centro de la ciudad, donde pudieron tener algo de privacidad de las personas curiosas que mascullaban a sus espaldas. Para ser sinceros, ambos estaban de alguna manera acostumbrados a esa situación, sin embargo les avergonzaba que sucediera en compañía del otro; no era grato oír cosas como "se entenderán perfectamente, uno afeminado y otro con reputación de mujeriego".

Pasado el almuerzo, Jungkook insistió en acompañar a Jimin a su hogar, quien esta vez no opuso demasiada resistencia como la vez anterior; aunque el trayecto fue silencioso entre ambos. Cuando hubieron llegado, fue el rubio quien se adelantó a hablar.

- Te agradezco que me acompañases el día de hoy, pero por el bien de ambos no creo que sea conveniente que sigamos viéndonos -. Dijo de espaldas, sin mirarlo, de lo contrario era consciente que se desmoronaría frente al chico.

- No puedes ocultarte toda la vida, Jimin.

- Bien... -. Tomó el valor necesario para enfrentarlo, en su mirada era notorio el dolor y el coraje que sentía en ese momento.- Mi vida estaba completamente bien, nadie sabía nada de mí, y ahora tú... quieres cambiar eso como si nada importase.

- Claro, tan perfectamente bien que no importa si me conocías o no, aun así recibes esos comentarios horribles, ¿me equivoco? -. Al no recibir respuesta del contrario, entendió que estaba en lo correcto.- Puedo desaparecer de tu vida así como aparecí si así lo deseas, de un momento a otro. No te conozco ni tú a mí, pero no puedes engañarnos y decir que hoy no se sintió bien.

- Tal vez haya sido así para ti... -. Soltó casi en un susurro y apartando el rostro hacia un punto lejano, a lo que Jungkook soltó una risa irónica.

- Bien, como lo prefieras, pero te diré algo: jamás me sentí con la libertad de ser yo mismo sin ocultarme, y hoy me diste eso; así que sabes dónde encontrarme si cambias de opinión.

Y sin más, se dio la vuelta y se marchó, dejando al rubio en la puerta de su hogar y mil pensamientos rondando en su cabeza.

Más tarde, cuando el rubio estuvo en su cama mirando al techo y pensando las cosas, sobre analizándolas, sí que se sintió culpable por haber echado de esa manera al pintor. Sin embargo, tenía sus razones de haberlo hecho y, en gran parte, habían influido los comentarios que escuchó esa misma tarde. ¿Estaba dispuesto a escucharlos todos los días? ¿Jungkook lo estaba?

Por otro lado, su corazón se sentía cálido y feliz al recordar las últimas palabras que escuchó de parte del pelinegro, aún las recordaba claramente. Jamás me sentí con la libertad de ser yo mismo sin ocultarme, y hoy me diste eso; así que sabes dónde encontrarme si cambias de opinión.

¿De verdad él le había dado libertad a Jungkook? Lo creía y sentía casi imposible. No era lógico que alguien reprimido le pudiese dar libertad a alguien más, por esa razón le costaba demasiado creer aquellas palabras por lindas que fueran.

Al no poder conciliar el sueño, se levantó de la cama y se sentó frente al piano que tenía en la biblioteca. Comenzó a tocar, dejándose llevar por sus sentimientos mientras componía una hermosa melodía.

- You think it's easy, you think I don't wanna run to you but there are mountains and there are walls that we can't walk through -. Sin pensarlo, estaba retratando lo sucedido en sus dos encuentros a través de esa pieza.- I know you're wondering why, because we're able to be just you and me within these walls, but when we go outside you're gonna wake up and see that it was hopeless after all...*

Al terminar la pieza, notó las lágrimas silenciosas que brotaban de sus ojos. No es que no quisiera conocer mejor a Jungkook, sino que le asustaba que su corazón lo traicionara. Además, claramente, aún no se sentía lo suficientemente capaz y fuerte de hacerle frente a todos los rumores que rondaban en la ciudad sobre él y, ahora, sobre Jungkook.

En la cabeza de Jimin, esta era una manera de protegerse a sí mismo, y de proteger a Jungkook en el camino.














   

*Rewrite the Stars – Zac Efron & Zendaya (The Greatest Showman Soundtrack).

El Retrato de tus ojos (Jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora