XVII

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–¿Te gusta esta tienda? ¿Entramos? –preguntó Namjoon. Jimin miró el escaparate pensativo. A lo mejor había dentro algo que mereciese la pena. Namjoon estaba cargando ya un par de bolsas. Simplemente estaba cogiendo la ropa que era del agrado de Jimin y pasando su tarjeta por el lector sin preocuparse de mirar el precio que iba pagar. Jimin suspiraba de admiración cada vez que le veía hacerlo. Imagina tener tanto dinero como para no mirar las etiquetas de la ropa... Al final no encontró nada que le gustase en esa tienda, y pasó a la siguiente. Namjoon le dio su tarjeta y se quedó fuera fumando. Jimin, mientras miraba unos pantalones, dudó unos segundos. Tenía la tarjeta de Namjoon, y estaba solo. No le costaría tanto salir por la puerta de atrás. Podía irse. ¿Le pillaría Namjoon? Demasiado fácilmente. ¿Y si iba a la policía? ¿Serviría de algo? La imagen de Namjoon confuso, abrazándole con todo lo que tenía, cruzó la mente de Jimin. Sus ojos cada vez que le miraba desde el umbral de la puerta. Esa mezcla que cada vez interpretaba mejor, de duda, angustia, y un extraño fondo de melancolía y alivio. Seguía siendo muy confuso cada vez que le miraba a los ojos. Nunca podía saber que estaba pensando. Agarró con fuerza la tarjeta de crédito.

–Soy un buen chico –se susurró a sí mismo, intentando darse tiempo para pensar. Miró la camisa que tenía en las manos. Era simple, de manga corta, con un horroroso estampado hawaiano. –Soy un buen chico –se repitió.

–Así es –oyo la voz de Namjoon de repente detrás de él. Se sobresaltó un poco. Siempre caminaba demasiado silenciosamente. Este sonrió, depositando un beso sobre su frente –. Eres un muy buen chico.

–Hueles a tabaco –comentó Jimin, intentando apartar la mirada pero pérdiendose poco a poco en los ojos de Namjoon.

–¿Y te molesta? –Con cuidado, juntó sus labios, besándole suavemente. Jimin correspondió, acercándose a él. No quería separarse. Poco a poco, Namjoon consiguió despegarse.

–Tampoco es plan ponernos a enrollarnos en medio de una tienda. –Jimin asintió, no demasiado seguro sobre qué acababa de pasar –. ¿Te gusta esa camisa? ¿Quieres comprarla?

–No –contestó automáticamente Jimin.

–¿Tan poco te gusta? –rió Namjoon, cerrando los ojos. Dejaron la horrorosa camisa donde la habían encontrado y buscaron otra cosa. Al final, Jimin calculó que se habrían gastado unos ciento treinta mil wones.

–Estaba harto de llevar camisa blanca y vaqueros –suspiró Jimin –. Tengo como cinco conjuntos iguales.

–Yo mandé a mis chicos comprartelos. No sabía lo que te gustaba, asi que compré algo parecido a lo que levabas el primer día que nos vimos.

–Ah –murmuró simplemente Jimin. Miró al suelo, sin saber qué añadir. Eso le había parecido, en cientra medida, tierno. Pero recordó como su ropa original había sido desgarrada por Namjoon y se le pasó.


–Eso no es lo que quiero decir –continuó Yoongi, poniendo tiza en la punta de su palo de billar –. Lo que ocurre es que, mientras yo y mis chicos estamos todo el dia con la mierda hasta las rodillas, Tae está follando. Y dice que trabaja más que todos nosotros juntos... Ya te gustaría trabajar la mitad.

–No tienes ni idea de lo que dices –rió Tae. Apuntó a una bola y, de un tiro bastate decente, la golpeó y la metió en el agujero. Sonrió, viendo como la bola blanca se alejaba de resto, poniendose en una posición un poco complicada para el siguiente. Namjoon suspiró, echando a Jimin de su regazo y acercándose a la mesa.

–Estais hoy los dos un poco picajosos. ¿Qué teneis, doce años? Acabamos esta partida, nos echamos un cigarrillo y cada uno a su casa. ¿Vale?

This is mafia, sweetheart [Jimin x Namjoon] (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora