VI

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Namjoon se separó de la ventana, cogiendo su teléfono y mirando perezosamente las notificaciones. Suspiró.

–Tengo que ir a trabajar. Te voy a dejar encerrado en esta habitación, ¿okay? –Jimin no contestó, frunciendo el ceño. ¿Trabajar? Como si fuese a hacer algo aparte de pegar palizas y hacer recuento de ganancias en sus redes de prostitución. Namjoon empezó a vestirse de nuevo. Su ropa de antes todavía estaba tirada en el suelo. Sacó una camisa negra y unos pantalones de traje nuevos del armario. No se puso americana. Miró su cuarto unos segundos.

–Siento como se me olvida algo... ¡Ah! –exclamó, recordando. Se acercó a su mesilla de noche y abrió uno de los cajones. De su interior sacó una discreta pistola semiautomática y un puñal de bolsillo –. No estaría bien dejarte solo con armas. Se te podría ocurrir alguna idea divertida, y no me gustaría tener que matarte tan pronto. –Sonrió, dándole una caricia en el pelo a Jimin y guardando las armas en el bolsillo de su pantalón –. Puedes explorar por este cuarto todo lo que quieras. No creo que haya nada más que sea peligroso. No te acerques a la ventana, y pórtate bien. Alguno de mis chicos estará guardando la puerta desde fuera dentro de poco, osea que no intentes escapar.

Estaba ya en el umbral de la puerta, a punto de irse. Echó una última mirada a Jimin. Mantuvo la mirada unos segundos, mordiendo el interior de sus mejillas. Suspiró y cerró la puerta detrás de él. Jimin oyó como cerraba con llave. Luego oyó sus pasos volverse más borrosos, hasta que la casa se quedó en sielncio. Lo primero que hizo Jimin fue acercarse a la ventana. Podría pasar su cuerpo con facilidad por ella. Sin embargo, daba a un profundo acantilado. Debajo de él podía ver la costa del mar y piedras afiladas. No podía escapar por ahí. Y la puerta estaba cerrada. Estaba encerrado.

Empezó a registrar la habitación. Efectivamente, no encontró ninguna otra arma en ningún cajón. Encontró algunos documentos falsos, como un pasaporte que afirmaba que Namjoon era chileno y se llamaba José Carlos Ruiz. En el armario había casi únicamente trajes. Había varios estilos de americanas, y algunos chalecos. Las camisas eran de colores de la gama de negro, blanco y gris. Había un par de polos en colores no muy brillantes, también unas cuantas corbatas y varios cinturones. Tras una larga búsqueda, encontró algunas camisetas. Eran blancas o negras, y no parecían tener dibujos. Estaban junto a una pila de exactamente tres pantalones vaqueros. En el cajón de su ropa interior (Jimin casi se sonroja al verla), había una camiseta sin mangas, con un pantalón de chandal y unas deportivas encima. Parecía su ropa de entrenar. Jimin se sintió estúpido por sorprenderse de encontrarla. ¿De dónde había sacado ese cuerpo si no de entrenamiendo constante? En el baño encontró un pequeño botiquín, con paracetamol y tiritas, y también aftershave, espuma de afeitar, pasta de dientes y cosas normales de encontrar en un baño. Volvió al cuarto y se sentó sobre la cama. En la mesilla de noche reposaban varios libros. Distraído, Jimin les echó un ojo. Estaba el discurso del método (de Descartes), un libro de física avanzada y una novela policiaca. Todos los libros tenían un marcapáginas en lugares diferentes. El de Namjoon parecía ser un gusto variado. En el cajón de abajo del todo había condones y lubricante, además de unas esposas con terciopelo negro. La cama era cómoda. Dos o tres cuadros de buen gusto decoraban las paredes, y en la esquina había una estantería llena de libros que a Jimin le dio pereza ir a mirar. No parecía para nada la habitación de un mafioso. Jimin suspiró. Tenía muchas cosas en las que pensar. Lo primero, no sabía cómo no había titubeado al intentar apuñalar a Namjoon. Probablemente una parte de él sabía que no iba a conseguirlo. ¿Qué pasaría si hubiera conseguido apuñalarle? ¿Lo habría hecho más veces, hasta que se desengrara? Tal vez fuese porque no tenía la sensación de estar secuestrado. La actitud de Namjoon era tranquila y amigable (a veces). Parecía que estaba verdaderamente invitado. Tenía muchas libertades, tal vez porque Namjoon confiaba en él o porque no confiaba en que fuera capaz de hacerle nada aunque lo intentara. Le había dado comida, le dejaba explorar su cuarto... Era un comportamiento raro para un secuestrador violador mafioso como él. Además, tenía esas miradas que le echaba antes de irse. Lo había hecho ya en varias ocasiones, mirarle durante unos segundos, suspirar y salir del cuarto. No sabía descifrarlo.

This is mafia, sweetheart [Jimin x Namjoon] (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora