–Estoy harto de ti –dijo, molesto. Siguiendo el laberinto de pasillos, abrió una puerta de una patada y tiró a Jimin sobre la cama que allí había. Jimin intentó incorporarse al instante, pero Namjoon se subió sobre él antes de que tuviera oportunidad, desabrochando su corbata.
–Sabes perfectamente por qué estás aquí. Sabes que firmaste tu sentencia de muerte en el momento en el que te pusiste a soltar feromonas como un poseso. Osea que ahora cierras la boquita y te dejas hacer –susurró, a apenas milímetros de su oído. Jimin tragó saliva, buscando alguna manera de resistirse de alguna forma. Su ropa le fue arrancada de nuevo, y Namjoon retiró tambien la suya. Jimin se dio cuenta de porqué no había conseguido llegar a tocarle con el cuchillo. Cada músculo estaba perfectamente definido y en su lugar. Una cicatriz de veinte centímetros le marcaba los oblicuos. En otras circustancias, Jimin habría encontrado ese cuerpo atractivo. Ahora lo encontraba simplemente aterrador, una representación visual de su impotencia. Namjoon le sujetó las muñecas contra la cama, y parecía a punto de penetrarle, pero sonrió. En su lugar, introdujo dos dedos.
–Veamos cómo andas por aquí abajo... –Jimin arqueó la espalda inconscientemente. Los dedos de Namjoon se movían de manera experta, explorando los recovecos de su interior, y no les costó dar con su cavidad uterina. Jimin estaba empezando a sentirse extraño. Los dedos de Namjoon estaban tocando partes precisas, y, de repente, paró. Una sonrisa maléfica adornaba su rostro.
–Lo sabía –declaró, orgulloso –. Seguiste el beso, te abrazaste a mí, ahora esto –dijo, acariciando con cuidado el principio de erección de Jimin –. Tal vez deberías repleantearte algunas cosas sobre la opinión que tienes de mí. –Dicho esto, le penetró. Jimin soltó un gemido. Seguía siendo demasiado grande. Ya no le dolía las caderas, pero le iban a empezar a doler pronto. Embistiéndole, Namjoon no le daba tiempo ni para pensar. El moviemiento de su pelvis no era fluido y ondulante, sino rápido, constante y directo. Buscaba la satisfacción inmediata pero, al mismo tiempo, daba justo en el punto g de Jimin, que soltaba gemidos uno detrás de otro.
–T-te odio –logró balbucear. Namjoon rió, continuando con sus embestidas.
–Qué pena tan grande –comentó, subiendo incluso más el ritmo. Las caderas de Jimin empezaron a moverse solas, buscando el placer. Los dientes de Namjoon volvieron a juntarse con su cuello, mordiendo y besando. Una mano de Jimin se enredó en su pelo, pegándole más a él, implorando que siguiera. Su otra mano le abrazó la espalda, clavando sus uñas, intentando aguantar consciente el placer. Namjoon olía tanto a alfa... Era tan territorial y dominante y temperamental... Justo lo que se buscaba en un alfa. Y estaba dentro de él, llenándole, dispuesto a correrse dentro y rellenarle el útero con su semen todas las veces que hiciera falta. Estaba empezando a perder la cabeza, buscando el calor de Namjoon, moviendo sus caderas, cerrando los ojos, gimiendo sin parar. Los labios de Namjoon se juntaron con los suyos, y él correspondió al beso con desesperación. Namjoon eyaculó, y lo mismo hizo Jimin.
–¿Estás seguro de que me odias? –susurró. Jimin apartó la mirada. Su instinto de reproducción se había adueñado de él. Se sentía aún más sucio que la otra vez. Namjoon volvió a besarle, y Jimin evitó corresponder. Namjoon se volvió a separar. Parecía dispuesto a una segunda ronda, pero se lo pensó mejor y, finalmente, se quitó de encima de Jimin. Este se levantó, recogiendo su ropa del suelo.
–¿Puedo darme una ducha? –preguntó, en voz baja. Namjoon asintió, y señaló la puerta de al lado.
–Esto es un baño. Dúchate aquí –oredenó. Jimin obedeció, abriendo la puerta. Namjoon acaba de sacar un paquete de cigarillos y un mechero del cajón de su mesilla de noche. Jimin cerró la puerta del baño con pestillo y abrió el grifo. Se frotó con la esponja en todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, hasta dejar su piel roja y escocida. El escozor le hacía olvidar la vergüenza y la sensación de suciedad. Se aseguró de sacar todo el semen de dentro de él. También lavó su pelo, frotando con fuerza el cuero cabelludo. Salió de la ducha, y se frotó con la toalla tras olerla y asegurarse de que estaba limpia y no la había usado el cabronazo de Namjoon. Estaba a punto de ponerse de nuevo la misma ropa, pero, al mirarse en el espejo, vio sobre el lavabo una cuchilla de afeitar. La cogió, con cuidado. No era metálica y grande, como las que usaba la gente en las películas. Era una cuchilla de usar de cabezal desechable de toda la vida. Parecía haber sido usada un par de veces, aunque todavía estaba afilada. Podía hacerlo. Podía pasarla por su brazo y todo acabaría. Solo un corte, y la puerta estaba cerrada con pestillo. Namjoon no podría entrar a por él, y moriría desangrado en el suelo de su baño. No sonaba demasiado mal, teniendo en cuenta que parecía que iba a ser su esclavo sexual durante un periodo de tiempo indefinido (hasta que se cansara de él, suponía Jimin). Pero sacudió la cabeza. No. Iba a escapar. Iba a escapar y volver a casa, y hablar con Isu y enfadarse con Bangchan y trabajar en el restaurante. Iba a escapar y continuar con su vida. Se vistió y salió del baño. Namjoon estaba solo en ropa interior, asomado a la ventana, soltando grandes bocanadas de humo.
–Ah, echarse un pitillo despues de follar es lo mejor –suspiró, jugando con el cigarrillo entre sus dedos. Incluso desde esa posición, Jimin podía distinguir claramente la cicatriz que recoría sus oblicuos. Era grande, profunda, de un color más pálido que el resto de la piel. Tenía una forma ondulante, no era un tajo limpio. Parecía como una ese, o una zeta redondeada. Namjoon le miró de reojo, notando su mirada. Miró él también sus oblicuos, buscando eso que tanto le interesaba a Jimin.
–¿Quieres saber cómo me la hice? –preguntó, señalando la ciatriz. Jimin asintió –. Te lo contaré cuando reconozcas que te ha gustado lo que acabamos de hacer. –Le dio otra calada a su cigarrillo, echando el humo por la ventana. Jimin le siguió observando. Todo su cuerpo estaba bien definido, desde sus gemelos y muslos hasta su espalda. Probablemente podrían usarle en una clase de Bellas Artes para enseñar anatomía. "Y esto, queridos alumnos, es el serratus anterior". Su pelo estaba rapado por los lados, con la parte de arriba más larga, teñido de gris y normalmente peinado hacia atrás, aunque ahora estaba revuelto. Namjoon apuró su cigarro hasta el filtro, y luego lo tiró por la ventana. Se giró y miró a Jimin. Sus pectorales estaban igual de definidos, y Jimin podía contar uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis cuadraditos en sus abdominales. Y su paquete, a pesar de no tener una erección, era bastante imponente.
–¿Te gusta lo que ves? –preguntó Namjoon, separando los brazos de su cuerpo para que le viese mejor. Jimin no contestó, apartando la mirada. Namjoon no parecía muy contento con sus evasivas.
–No hablas mucho, ¿verdad? –Jimin siguió sin contestar. Clavó su mirada en el edredón negro de la cama. Namjoon suspiró despacio por la nariz –. No pasa nada. Ya hablarás. Es solo cuestión de tiempo.
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This is mafia, sweetheart [Jimin x Namjoon] (omegaverse)
FanfictionJimin, un pequeño omega, se levantó como siempre. Comió como siempre. Fue a trabajar como siempre. Pero no salió de trabajar como siempre. Goemul, la mafia local, le secuestra. Estando secuestrado en la guarida de unos mafiosos alfas, presidida por...