[Un poco de interludio hasta que consiga acabar alguno de los nuevos caps. Eso va para mi 0,36% de lectores en la República de Moldavia. No sé quienes sois pero sois querides. No sé tampoco muy bien dónde está Moldavia pero no pasa nada. Mucha fuerza a quien quiera que esté por ahí.]
Jungkook creía tener secretos. Esos secretos, sin darse cuenta, los compratía con Yoongi. Y Yoongi, al ser tan bueno descubriendo secretos, sabía como ocultar los suyos muy bien. Y tenía uno que ocultaba con especial ahinco. Uno que no compartía con nadie, que le daba miedo susurrarse a sí mismo cuando estaba a solas. Estaba perdídamente enamorado de Jungkook. Era, por supuesto, amor a su manera, un amor un poco distante en algunos aspectos y un poco violento en otros. Pero él lo sentía. ¿Desde cuando? Desde el mismo momento en el que vio a Jungkook entrar por la puerta. Lo recordaba perfectamente. Justo cuando estaba Namjoon heredando el cargo de capo, y él estaba empezando a codearse con él, un día apareció un chico. Tenía solo cinco años menos que Yoongi, pero todos estuvieron de acuerdo en que era solo un niño. Mientras el grupo de Tae estaba en una pelea, él había cogido uno de los walkie talkies y lo habia arreglado. Se lo había dado a Tae y le había pedido poder unirse a lo que fuese que estaba haciendo. Y Tae le había traido. Era un chico sucio, con la cara llena grasa de motor y las manos manchadas de pintura. Decía que estaba trabajando en de mecánico y estudiando al mismo tiempo. Namjoon le miró a los ojos y le preguntó por qué quería unirse a la mafia. Jungkook se encogió de hombros y dijo "parece interesante, y no tengo nada mejor que hacer". Namjoon rió. El chico le hacía gracia, y necesitaban a algún mecánico por ahí. Esa interacción, aunque para Namjoon fue poco más que un nuevo chico, a Yoongi le llamó mucho la atención. Al verle entrar, sintió inmediatamente algo. Era la primera, y probablemente la última vez que sintiese esa sensación. Ese chico, cubierto de pies a cabeza en suciedad, era su pareja destinada. Casi se quedó sin respiración unos segundos. Todo en sue cuerpo quería, no, no quería, necesitaba que ese chico fuese suyo. Necesitaba besarle, morderle, marcarle y embarazarle. No eran impulsos espontánoes, como cuando olía el celo de un omega, eran pensamientos claros que su propia cabeza formulaba. Intentaba quedarse a solas con él, pero siempre tenía trabajo, o él a Jungkook.
Hasta que, por fin, un día estaban lo sufiecientemente desocupados para mantener una conversación en el "despacho" de Jungkook, y digo despacho por no decir pocilga. Había una cantidad de basura esparcida... Paquetes de golosinas, botellas de agua vacías, piezas, cajas de herramientas, paquetes de ramen intantáneo, cacharros sucios, boles de cereales a medio comer... Yoongi dudó seriamente si ese chico era verdaderamente su pareja destinada. Y, entre el olor a cerrado y a humedad, había una cantidad decente de feromonas. Pero había incluso otro olor por detrás de ese. Yoongi arrugó la nariz.
–¿Estás en celo? –preguntó. Jungkook asintió, mirando hacia otro lado.
–Sí. Como no me molesta ni nada, ni siquiera me doy cuenta de cuando me dejan de hacer efecto los supresores. Me tomo la siguiente dosis aquí mismo.
–¿Y tan cachondo te pone tu celo? –volvió a preguntar Yoongi.
–¿Perdón? Te acabo de decir que no me afecta apenas...
–¿Y en serio creías que no me iba a dar cuenta de que esta habitación apesta a semen? –Jungkook se paralizó durante unos segundos –. Mh, sí, esta cuartucho huele a paja. ¿Cuántas te has hecho? Vemanos, si llevas solo dos meses por aquí...
–¡No me he hecho ninguna! –le interrumpió Jungkook, mirándole a los ojos –. ¿Cómo podrías decir una cosa así? ¿Qué te crees que soy? ¿Un omega que vive solo para folla? ¡Yo soy mucho mejor que eso!
–Dios mio, Jungkook, no te pongas nervioso –dijo tranquilamente Yoongi, acercándose a él –. Podrías ponerme nervioso a mí, y que nos peleáramos. Y no queremos eso, ¿verdad? Lo primero, porque no tendrías ni la más mínima oportunidad de ganar. –Yoongi estaba muy cerca, poniendo a Jungkook contra la pared. Y este se estaba poniendo nervioso de verdad, con un alfa tan cerca de él –. Y, lo segundo –continuó Yoongi –, porque no querríamos malgastar esta joyita de aquí. –Yoongi pegó su rodilla contra la entrepierna de Jungkook, que gimió, sorprendido.
–Para –le exigió, intentando resistirse y apartarle. Yoongi sonrió.
–¿Qué pasa? ¿Llegas tarde a tu paja diaria? ¿Estabas a punto de refrescar el olor?
–Yo no me hago pajas... –se volvió a quejar Jungkook
–Pensaba que ya habías aceptado que yo lo sabía. –Yoongi acercó su boca a la oreja de Jungkook y susurró – A mí no puedes mentirme, Jungkook. –Acto seguido, le besó. Jungkook ni siquiera intentó resistirse. Su celo, aunque hiciese poco, si que le afectaba. Y Yoongi era un alfa, ¿qué más podía pedir? Yoongi, asqueado con la habitación, consiguió arrastrar a Jungkook a un love hotel.
–No podía soportar el olor a paja –suspiró, empezando a desnudar a Jungkook. Este ni siquiera podía pensar. Yoongi tenía clarísimo que era virgen. Tenía clarísimo que iba a ser su primera vez. Y le hacía incluso ilusión ser el primero de su pareja destinada. Empezó a morder su cuello, tumbándole en la cama.
–Yo no creo que el olor a paja sea desagradable –murmuró Jungkook, desabrochando los pantalones de Yoongi. Él sonrió.
–Ahora vas a aprender un nuevo olor, mocoso. El olor a sexo –dijo, penetrándole. Jungkook arqueó la espalda, agarrándose a las sábanas –. Y eso si que es agradable.
Ese día, Yoongi acabó de enamorarse de Jungkook. Fue un amor surgido de lo sexual, pero que cuanto más tiempo pasaba, más sólido se hacía.
Por el contrario, ese día Jungkook no lo vivió como algo íntimo con Yoongi. Lo vivió como un proceso lleno de sensaciones agradables, que culminaba con un placer que no había experimentado ni masturbándose. Eso continuaba con un cigarillo y acababa en lo que si que consiguió acabr con él: un abrazo. El contraste de Yoongi, entre lo terrorífico, placentero y amable que podía resultar. Jungkook empezó saboreando a ese extraño hombre, y acabó sin poder despegarse de él.
Yoongi le había dicho que no quería tener una relación con él. A Namjoon no le parecería bien, y tenía mejores cosas que hacer que encargarse de un omega. Sin embargo, Jungkook se aferró a esa idea de follamigos con todas sus fuerzas. Por supuesto, ni Jungkook ni Yoongi podían soportar ni el mero pensamiento de una atadura, pero lo que antes era una noche cada dos meses fue haciéndose más frecuente, hasta que prácticamente se veían dos veces a la semana. Jungkook casi no podía dejar de pensar en Yoongi. Intentó alejarse de él, marcar distancia, pero a la mínima que sus cuerpos entraban en contacto, no podía parar. Y Yoongi lo sabía. Por supuesto, nadie podía esconder nada de Yoongi. Este, por su parte, había llegado a término con sus emociones. Le gustaba Jungkook, y quería marcarle. Le había dicho múltiples veces que era su pareja destinada, pero Jungkook pensaba que era broma, o una treta para engañarle de alguna manera. Y, aún así, no podía separarse de él. Jungkook pensaba que lo que sentía por Yoongi era pura tracción, aunque una parte de él sabía que era más que eso. Yoongi, por su parte, tenía que fingir desinterés para manter su secreto oculto, y por tanto esconder su vulnerabilidad. Per, cuando estaba durmiendo abrazado a Jungkook, no podia evitar sonreir. Era cuenstión de tiempo que Jungkook acabase de enamorarse, y él tenía todo el tiempo del mundo.
[Y que conste que no me olvido del 0,3% de lectores en Japón. Mucha fuerza también a vosotres]
<수싀>
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This is mafia, sweetheart [Jimin x Namjoon] (omegaverse)
FanfictionJimin, un pequeño omega, se levantó como siempre. Comió como siempre. Fue a trabajar como siempre. Pero no salió de trabajar como siempre. Goemul, la mafia local, le secuestra. Estando secuestrado en la guarida de unos mafiosos alfas, presidida por...