XI

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–Nam, hay algunos problemas en la rama Gangyang de... –empezó Baekhyun, intentando seguir el apresurado paso de Namjoon.

–Cállate la puta boca, Baek –le espetó Yoongi, que caminaba justo detrás.

–Pero en la rama...

–Que te calles –le cortó de nuevo Yoongi –. ¿O acaso quieres volver a bajar a abajo del todo?
Baekhyun se encogió sobre si mismo

–Yoongi, déjale respirar, al pobre. –Un chico rubio con una americana blanca salió de la nada, caminando hacia Nam.

–Aqui viene el tocapelotas –resopló Yoongi.

–Aqui estaba el perdonavidas –resopló a su vez el chico rubio.

–Oh – murmuró Baekhyun, sin saber qué mona pintaba él en esa situación.

–Baekhyun, ¿tenías algo que contarme? –preguntó Nam, fijándose en él por primera vez.

–Si, señor, resulta que...

–¿Puedes resolverlo tú solito? –le cortó Namjoon. Baekhyun dudó.

–Bueno, técnicamente si, pero...

–Entonces no me hagas perder el tiempo. –Hizo un gesto con la mano, indicándole que se fuera, y se giró al rubio.

–¿Cómo vas manejándolo todo?

–Pues como un mandado que soy, cómo va a ser. Todo el día haciendo recados... –se quejó, ajustando su americana.

–Tu antiguo escuadrón tiene un capitán en decadencia, ¿quieres volver con ellos?

–No, gracias, antes me corto las venas. Vamos a hablar de los cargamentos. – Sacó un papel doblado cuatro veces del bolsillo interior de su americana –Seguidme a mi despacho.

–Despacho, este mojigato tiene un despacho... –resopló Yoongi.

–Esta escoria no tiene despacho... –resopló a su vez el chico rubio. Namjoon les ignoró. Esos dos se consideraban mutuamente basura, aunque se respetaban hasta cierto punto. Jin sabía que Yoongi era terrible y brutal, y Yoongi sabía que Jin era astuto e influyente. Ambos eran leales a la mafia y nunca entrarían en conflicto pero, si lo hiciera, la batalla estaría muy igualada. Yoongi tenía el equipo de alfas más territoriales, malhumorados y crueles que había podido encontrar, y los había entrenado hasta convertirlos en matones de primera. Con su sádica mente a la cabeza, eran un escuadrón letal. Jin, por su parte, tenía en la palma de su mano a muchísma gente que se uniría a su equipo al instante. Alfas y betas que, aunque no sean excesivamente fuertes, hacían uso de sus puntos fuertes y usaban un método de guerrilla. Serían un equipo imbatible. Por eso se respetaban mutuamente, Yoongi y Jin. Un enfretamiento entre ellos dejaría muchas bajas y pocos frutos.

–...con este panorama, localizamos a su familia por si había que tomar medidas, pero no fue necesario. El cargamento de Aliss fue recibido y ahora mismo está almancenado y pendiente de ser entregado para su venta –concluyó Jin.

–Si ese gilipollas se estaba poniendo gallito, deberías haberle dado una paliza en ese mismo momento –comentó Yoongi, repantingándose en la silla.

–No fue necesario tomar medidas.

–¿Quieres que vayamos mis chicos y yo a darle un masajito, a ver si se tranquiliza?

–No hará falta. Te acabo de decir que el asunto ya está cerrado.

–Si lo dejas pasar, a la siguiente te pedirá un 20% de comisiones. ¿Estás dispuesto a pagárselas? –preguntó Yoongi, mirándole fijamente a los ojos. El pelo de la nuca de ambos se erizó mientras fruncían el ceño.

–No sé, ¿estás tú dispuesto a volver a sobornar a la policía si nos delata despues de tu "masaje"? –preguntó su vez Jin, inclinandóse sobre la mesa.

–¿Quieres que tengamos un problema, marica?

–¿Lo quieres tú, troglodita?

–Suficiente –les cortó Namjoon, levantándose –. No hace falta que me monteis aquí un escenario del cluedo. Vamos a dejarlo, ¿vale? –Jin y Yoongi asintieron, apartando la mirada el uno del otro –. Bien. Ahora, Jin, ¿no tienes un partido de tenis que jugar con unos clientitos? –Jin asintió de nuevo –. ¿Y a qué esperas? Necesitamos ese trato con el concejal.

–¿Este mariposón va jugar al tenis? ¿Ese es su trabajo? ¿Camelarse a los concejales? – rió Yoongi.

–Y tú, Yoongi, ¿el distrito seis no ha abierto una nueva panadería? He oído que les va muy bien... –Yoongi se puso serio de nuevo, enderezando su espalda y frunciendo el ceño.

–Sí, eso he oído yo también. Podrían tener algún contratiempo, ¿no deberíamos ofrecerles una tasa de protección?

–Eso estaba pensando yo –contestó Namjoon. Estuvo a punto de cruzar el umbral de la puerta, pero se giró –. ¿Dónde decías que estaba el Aliss? –preguntó.

–En el almacén oeste, a punto de ser repartido –contestó Jin –, ¿por qué?

–Curiosidad –acabó la conversación Namjoon. Salió de la sala. BM estaba esperándole fuera.

–Jungkook ha acabado de definir el algoritmo. Está muy contento con él –le informó.

–Pues que se lo guarde un ratito más. ¿Algún movimiento raro en mi casa?

–Jackson dice que el omega se ha levantado de mal humor, pero que ahora está en su cuarto y más tranquilo. ¿Le doy alguna orden? ¿Que castige al omega de alguna manera o...?

–No, déjalo. Esa putita se acostumbrará tarde o temprano –contestó Namjoon, sonriendo –. Me voy a casa.

–¿Llamo a algún novato?

–No, conduzco yo.



<수싀>

This is mafia, sweetheart [Jimin x Namjoon] (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora