–Jimin –le despertó la voz de Namjoon. Entreabrió los ojos, mirándole. Estaba de pie frente a él. El sudor recoría su piel, y jadeaba levemente. Un espasmo recorió su biceps. Le tendió una mano para que se levantara. Jimin se levantó sin tomarla. Namjoon suspiró pero no dijo nada. Se acercó más a él. Jimin intentó alejarse, pero los brazos de Namjoon le rodeaban incluso antes de que se diera cuenta. De cerca olía un poco a sudor. Jimin aceptó el abrazo, pero no lo devolvió.
–Da gracias de que ahora estoy cansado, que si no te follaba aquí mismo –le informó, separándose. Jimin no contestó. Namjoon le volvió a guiar al dormitorio. Le indicó que se sentara en una esquina, y se metió a darse una ducha. Jimin obedeció, sin siquiera cambiar de posición. Aunque intentase escapar, se perdería por la casa y Namjoon le volvería a encontrar. Tras una ducha eficiente, Namjoon salió desnudo y con una toalla sobre los hombros, secando su pelo. Jimin se le quedó mirando. Su cuerpo era indudablemente precioso. Cada músculo en su lugar, definido, pero sin llegar a dar grima. Pero sentía que la cicatriz era lo más atractivo de todo. No sabía porqué. Le daban ganas de recorrer el trazo con su dedo, de principio a fin y vuelta. Las cicatrices normalmente afean el cuerpo. Son como taras, defectos. Pero esa cicatriz era justo el detalle que faltaba para hacer el cuerpo de Namjoon irresistible. Jimin sacudió la cabeza. Namjoon no era irresistible, se repitió, si no su cuerpo. Namjoon le miró de reojo mientras se ponía una camisa negra, pillando su mirada en la cicatriz. Sonrió, sin decir nada, empezando a abrochar los botones. Se puso unos simples vaqueros. Ese despreocupado conjunto le hacía parecer incuso más peligroso que con traje.
–¿Tienes hambre? –preguntó. Jimin asintió –. ¿Quieres comoer algo en especial? –Jimin reflexionó unos instantes.
–Estofado de carne –contestó finalmente.
–Veré qué puedo hacer –contestó Namjoon de nuevo. Le hizo un gesto para que le siguiera, y le llevó a la cocina. Ahí les esperaba un hombre, de unos cuarenta años, con un delantal blanco reluciente, acompañado de tres pinches.
–Estofado de carne –le indicó Namjoon, sin dar explicaciones. El hombre asintió, mientras dos de los pinches iban a la nevera a buscar los ingredientes.
–Treinta o cuarenta minutos. Espere en el salón –contestó el hombre. Esa conversación parecía una competición de usar pocas palabras. Namjoon salió de ahí y llevó a Jimin al salón. Jimin se sentó en el sofá, manteniendo una actitud fría. Namjoon estaba justo a su lado.
–¿Tu comida favorita es el estofado? –Jimin no contestó, estudiando la decoración –. Has visto una parte de la casa. Por ahora, ¿te gusta? –volvió a intentarlo Namjoon. Jimin siguió sin contestar –. Ah, cierto, hoy es el día mudo –comentó Nam, sonriendo. Jimin mantuvo su silencio –. No hace falta que hables. Hablaré yo por los dos. Hoy ha sido un día bastante relajado. Yoongi ha sido un cabronazo con los novatos, como siempre. Tae ha estado fumando como un carretero. Ahora probablemente esté pillándose un pedo con Jin, que, por cierto, ha estado recogiendo un cargamento de una nueva droga para Omegas. Esta se va a vender bien. Entrenando, tú te has quedado dormido, y ahora me duelen todos los músculos. En especial el biceps, me he ensañado con él. Pero ya verás mañana. Mañana será peor. Pero no pienses que mis agujetas van a salvarte de un par de buenos polvos. –Jimin siguió en silencio. Molesto, Namjoon dejó de hablar. Jimin se sintió extrañamente decepcionado de que parase sus intentos de aproximación. Le miró unos instantes. Estaba distraídamente jugando con sus manos, mirándolas.
–¿Cómo te hiciste la cicatriz? –preguntó Jimin.
–Eso si te interesa, ¿eh? –Sonrió –. Sabes lo que tienes que hacer para saberlo.
Jimin apartó la mirada, apretando los labios. Eso era estúpido. Pero le interesaba mucho saber cómo se la había hecho.
–¿Fue en una pelea? –volvió a preguntar. Namjoon no contestó, con una media sonrisa aflorando en sus labios. Permanecieron en silencio unos segundos.
–¿Estás disfrutando tu estancia? –empezó por tercera vez Namjoon. A Jimin le dieron ganas de poner los ojos en blanco, pero se paró a si mismo. Además, para ser un secuestro ni siquiera estaba tan mal. Conocía un par de omegas que se le pasarían bomba. Estar en una casa lujosa, follando con un alfa que bien podría ser un dios griego y parecía dispuesto a cumplir varios de sus deseos, pidiendo a cambio solo obediencia y sumisión, las dos cualidades requeridas en un omega... Dicho así, incluso sonaba bien. Si a Jimin le hubiesen dicho que iba a pasar, habría dicho "¡de puta madre!" sin pensarselo un segundo siquiera. Pero ahora... "¿Pero ahora qué?" pensó Jimin, dudando unos segundos, para luego sacudir la cabeza "¡Ahora claro que no me gusta! ¡Quiero salir de aquí!". Namjoon le miraba. Se acercó a él. Depositó un suave beso sobre su frente. Acariciando su mejilla con su pulgar, depositó otro sobre sus labios. Parecía que iba a seguir, pero se quedó a mirando a Jimin unos segundos. Parecía a punto de decir algo. Su boca permaneció cerrada, a pesar de que las palabras ya casi afloraban en sus labios. Finalmente, cortó esa enigmatica mirada y se separó.
–Nada –dijo, sacudiendo la cabeza. A Jimin ahora le corroía la curiosidad. Durante esos instantes, había estado dudando. Lo que tenía que decir parecía muy importante, ¿qué sería? Fuese lo que fuese, Jimin se quedaría con las ganas de oírlo. Namjoon suspiró muy profundamente, cerrando los ojos. Abrió sus brazos, aún con sus ojos cerrados.
–Ven aquí –indicó a Jimin. Jimin suspuso que se refería a sentarse en su regazo. No quería hacerlo –Jimin, ven –repitió Namjoon con más seriedad. Jimin obedeció. No quería hacerle enfadar. Se sentó a horcajadas sobre él, mirándole. Namjoon le abrazó, sin abrir sus ojos en ningún momento.
–Jimin, ricura, molaría mucho que dijeras algo de vez en cuando. No te pases de listo. Tu silencio, lejos de desanimarme, me llena de rabia. Cada vez que te hago una pregunta y no contestas –bajó su tono de voz, y abrió los ojos, clavándolos en los de Jimin –. Me dan ganas de rajarte por la mitad. Y no quieres eso, ¿verdad? ¿Verdad que no quieres que te mate en medio de mi salón? ¿Verdad que no? –Jimin negó con la cabeza rápidamente, sintiendo el miedo subiendo por él –¿Dices algo, ricura? No te oigo.
–No, no quiero que me mates –contestó Jimin, con un hilo de voz. Namjoon sonrió.
–¿Ves que voz tan bonita tienes? Así quiero que contestes a todas mis preguntas. –Jimin notó un tono peligroso en su voz. Lo había oído otras veces. Se dio cuenta rápidamente de porqué a veces Namjoon le asustaba. Estaba usando su voz de alfa a muy baja frecuencia. Por eso bajaba el tono de su voz, para hacerla más grave. No le gustaba que los alfas usaran su voz con él. Namjoon continuó con el abrazo. Jimin se sentía confuso. ¿Cómo podía usar su voz y luego abrazarle como si nada? Se preguntaba cuantas otras veces la había usado, en un tono tan bajo que casi no se percibía. Namjoon se separó unos segundos.
–¿Te gusta mi casa?
–Es bonita –contestó Jimin rápidamente, dejando fuera de dudas que estaba dispuesto a contestar –. Me gusta lo ordenado que está todo.
–La ordené porque ibas a venir. –Eso sonó demasiado inocente para Namjoon. Algo que le diría un niño pequeño a un amigo –. Normalmente soy un desastre.
–Pero es grande y me pierdo.
–¿Debería poner cartelitos? No, entonces encontrarías la salida demasiado rápido. Los baños tienen un cartel en la puerta de todas maneras. Y si necesitas ir, me avisas y te guío. Y, cuando yo no esté, estarás en mi cuarto, que tiene baño. No veo ningún problema – reflexinó en voz alta Namjoon –. Aunque claro, si reconocieras que te gustó lo de aquella vez podría dejarte merodear libremente cuando yo no esté.
Jimin tragó saliva. Humillarse de aquella manera... Pero probablemente estaría Jackson en la puerta. No podría escapar. Decidió mantener su orgullo y no decir nada.
<수싀>
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This is mafia, sweetheart [Jimin x Namjoon] (omegaverse)
FanfictionJimin, un pequeño omega, se levantó como siempre. Comió como siempre. Fue a trabajar como siempre. Pero no salió de trabajar como siempre. Goemul, la mafia local, le secuestra. Estando secuestrado en la guarida de unos mafiosos alfas, presidida por...