Ojo por ojo y diente por diente

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La muerte de Nora no fue una sorpresa para nadie pues todos sabíamos que había descendido a la locura hace muchos años.

Nadie derramó una lágrima por ella, supongo que fue un alivio para todos.

Al irse todos me quedé junto a su tumba - Ya cumplí mi parte - susurré mientras dejaba una flor roja en la tierra para luego irme a mi casa.

Estaba todo oscuro cuando llegué, sólo prendí las luces para luego verla sentada en mi sofá favorito.

- Lo hiciste bien Alan, pero ahora es mi turno - no me dio tiempo a correr que ella ya estaba sobre mi, sus manos aún mas frías que el hielo apretaban mi garganta impidiendo que él aire llegara a mis pulmones.

- Es mi turno de acabar con ustedes, como ustedes acabaron conmigo - Fue lo último que pude escuchar.

Días después en una vieja televisión una reportera anunciaba el homicidio de una familia entera y la desaparición de un cadáver del cementerio.

Cuentos espantosos para adultos caprichososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora